Archivo por meses: mayo 2016

En la barra de un bar

Visto en la barra de un bar, cuando al camarero se le terminó la botella de Legendario, abrió una nueva quitándole la banderita que dispuso graciosamente en el cuello de una botella de Coca-Cola. No me digan que no es un paradigma de la realidad a escala de bolsillo. Y con varias lecturas, hasta la de Cuba-Libre que los exiliados de Bacardí inventaron tras el triunfo de la revolución. Sí, esa que aún hoy permancece recalcitrante el pie de la superpotencia en su cuello.

Valle ¿maloliente? (de la serie «Nombres poco afortunados»)

Si el viajero que se desplazase por el luso vecion fuera en busca de estupideces con que llenar una página como esta, sin duda encontraría gracioso (como le paso al suscribiente) el nombre de la quinta (propiedad) que toma a su vez el nombre del valle: Meão. Si dicho viajero fuese español, como es el caso, haría una fotografía y comentaría que vaya ocurrencia tuvieron al ponerle el nombre al dicho valle. Porque llamarle valle Meao (o meón por similitud con avião-avión) sería adecuado si fuese un vallecillo estrechuco escondidos en el cual los transeúntes hiciesen sus necesidades mingitorias. No es el caso, puesto que el valle es anchísimo, abiertísimo, y los transeúntes habrían de ser innúmeros para hacer de él un valle más «meao» que otros. A la vista de la fotografía me remito, comparando las letras con las vides de atrás, las dichas letras deben tener como tres metros de altura.

Y si más tarde el dicho viajero se diese al vicio llamado curiosidad y buscase en un diccionario la tal palabra «meão» vería que es equivalente a «medio o mediano, ni grande ni chico» y entonces no tendría gracia la estupidez ni el comentario a la tal foto. Y es que la realidad puede chafar una buena estupidez, amiguetes.

Más señalética imaginativa

Esta foto está hecha (creo recordar) en la costa portuguesa, tipo entre Lisboa y Peniche, probablemente en los alrededores de Azenhas do mar.

No me negarán que la señalita se las trae. Cruenta y realista, pues en esa misma zona (en Cabo de Roca, cerca de Sintra) ocurrió por esas fechas (8/2014/) un accidente en el que se vió implicado un matrimonio polaco y sus dos hijos. Fue noticia de periódico la historia en la que el matrimonio, en su afán por lograr una buena foto, saltaron la protección de seguridad mientras quedaban los niños a cargo de la cámara. Un paso atrás en falso hacia el vacío de 80 o 90 m. dejó a las criaturas huérfanas, abandonadas y en tierra extraña. En el rescate trabajaron hasta 29 personas (barcas, coches, cuerdas, helicóptero…) para poder recuperar los cuerpos.

Un drama que, de haber seguido el sentido común (si es que existe) o las indicaciones no habría ocurrido. Quizá por eso las señales sean tan crudas. Es que son reales como la vida misma y somos tan estúpidos que por una buena foto nos jugamos la vida.

Oído en la calle

En  un barriucho de Salamanca: ay, todavía tenemos que sacar a pasear al «dog»

Minutos más tarde, en un semáforo de una avenida: eso te pasa por tanta análisis, si hicieras como yo que no me hago ninguno, estabas tranquila sin saber lo que te pasaba

Si todavía se preguntan la razón de estas páginas, igual necesitan «unas analísis» o un «dog»

Otra pintada vallisoletana

En la calle Gregorio Fernández de Valladolid encontré esta pintada: ARRASA-CON-LO-QUE-VEAS-Y-GENEROS-O-NO-SEAS

Afortunadamente no toda la gente joven de este país piensa de esa manera, ni siquiera todas las gentes mohínas de Valladolid que se hacen (y nos hacen) la vida imposible.

El país en una imagen

Foto tomada en la feria de septiembre de Salamanca y que ilustra el país: vaca, poco cuerno, poco arranque, mucha banderita, mirada lánguida y ojos tristes. A ver si tras las próximas elecciones la cosa cambia un poco, y por favor que no se quede en el taladro (piercing le llaman ahora) que lleva la vaquita en la nariz.

Lo dudo, sin embargo. El charolés del país, es abundante, recalcitrante y cabezón. En este caso, uno que yo me sé, diría el «charrolés» en claro juego de palabras. Valgan ambas expresiones.

El chocolate del loro

Esta fuente de Penas Roias, en la zona de «Tras os montes» tiene la peculiaridad de llevar adosada en la parte trasera un contador. No es la única, las otras fuentes del pueblo también llevan el aparato. Y las de otros pueblos cercanos. Supongo que, con la crisis, hay que pagar también los litros de agua que los habitantes de la zona consumen. Por supuesto si fuese el ayuntamiento el que gestiona el servicio de aguas no tendría sentido gastarse los dineros en medir el consumo de agua, pero como se ha privatizado casi todo (agua incluida) pues hay que contabilizar hasta la última gota consumida y pasarle la factura al pueblo.

No va a ser gratis nada, los nuevos tiempos del neoliberalismo europeo campan a sus anchas por los países derrochadores de la periferia que vivían por encima de sus posibilidades regalando ¡habráse visto! hasta el agua de abrevarse en el estío. Hay que ahorrar, señores, que los aviones y yates de los magnates alemanes y franceses no se mueven con el viento. Hay que ahorrar y si para eso hay que quitarles el chocolate a los loros, pues se lo quitamos.

Santa ignorancia

Este mundo nuestro es cruel y despiadado. Hasta para ser alternativo hay que estudiar, leer, informarse y cuidar la ortografía. Si no, se cae en errores que te convierten en ridículo y te hacen el hazmerreír de tu grupo de amigos cuando justo pretendías pasar por guay. Paradojas de la vida, como le ocurrió al muchacho este en Valladolid que, aprovechando una inocente pintada anterior -ME LLAMO ALBERTO Y ME GUSTA EL HEAVY (SOBRE TODO JUDAS PRIEST)- va y tacha lo de «ALBERTO», lo de «HEAVY» y pone RAC el muy animal, sin saber que esa música (ejem…) a la que él se refiere, pobre, se llama RAP.

Generalizando, para terminar, lo que se deduce es que los «heavies» son más cultos que los «raperos». Bueno, no hace falta mucho, la verdad.

La susodicha pintada, para quien tenga curiosidad, está bajo el puente cercano a El Corte Inglés del paseo Zorrilla.

El infierno del bloguero

Andando por esos mundos me encontré con esta bella estampa del cielo e infierno tal y como se entendían hace tiempo. Ahora la curia está cambiando de idea y no sé muy bien en qué habrá deparado la concepción de premio y castigo. Para que vean ustedes que ni lo que otrora se consideró eterno tiene visos de serlo.

En cualquier caso, disfruten de esta decorativa imagen que por estar sacada del zurrón de antigüedades no me acuerdo dónde está.