4′ 33″

Estaba queriendo preparar una publicación chorra y finalmente concluyo que, aunque no deja de tener el asunto su componente de bobada, estupidez, vacile o como lo quieran decir, el asunto puede tener cierta miga. Vamos a ello:

Todo comienza cuando me encuentro los siguientes vídeos con sendas interpretaciones «serias» de la obra 4′ 33″ de John Cage: la primera, de las dos que aquí les muestro, a cargo de la prestigiosa Filarmónica de Berlín dirigida por su actual Director Principal, Kirill Petrenko.

Si todo se quedase en esto, lo normal sería pensar en un chiste, vacilada, tomadura de pelo o así. De hecho, la interpretación al piano me recuerda por momentos a un sketch de Daniel Rabinovich, componente de los geniales e inolvidables Les Luthiers.

Sin embargo, a continuación, pude ver y escuchar una explicación sobre ello:

Y efectivamente, este punto de vista ofrece una puerta abierta a la reflexión: el valor del silencio (o del no silencio) en nuestro mundo actual.
Y todo ello me permitió rememorar, entre otras cosas, algunas de las sensaciones vividas en pleno confinamiento por la pandemia COVID:

Miren, el lugar en el que vivo, aunque de apariencia tranquila, es muy ruidoso: primera planta en una calle con mucho tráfico rodado, un campo de fútbol aficionado a escasos 30 metros, una autovía a unos 300 metros, etc.
A resultas de los meses de confinamiento descubro el valor del silencio percibido desde la terraza de mi casa, en mi calle: ni un alma, ni fútbol a diario, ni coches en la calle ni en la autovía, NADA, ni un ruido; silencio pleno solo apenas interrumpido por el trinar de algún pájaro.
Disfrutar de aquellos instantes de silencio me resultó sobrecogedor y reconfortante a la vez. Es cierto, un contrasentido, pero así fue.

A modo de resumen me atrevo a pedirles, por ejemplo, que cada vez que tiren de la cadena de la cisterna de su baño, o les dé por ducharse, en horarios un tanto intempestivos, se acuerden del valor del no silencio para sus vecinos.