El sábado le oí a un chavalito salmantino de unos 15 años la siguiente máxima:
«Más vale carne de caballo en los canelones que el burro de Rajoy tocando los cojones»
El sábado le oí a un chavalito salmantino de unos 15 años la siguiente máxima:
«Más vale carne de caballo en los canelones que el burro de Rajoy tocando los cojones»