La estupidez de las estupideces

Esa ha sido, sin duda, el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre la población civil de un país ya vencido y a punto de claudicar. En la primera de ellas unos 220.000 muertos entre ambas. Según documentos que hoy están siendo desclasificados se sabe que el uso de las bombas no era necesario para la rendición de Japón y que fueron usadas para evitar que el ejército ruso se apuntase el tanto de la rendición en una operación que estaba programada (y se hizo) el 9 de agosto.

Fue un alarde de fuerza, un asesinato masivo cometido para dejar claro para el futuro quién era el que mandaba. Y así nos va.

No dejen de llorar por los inocentes muertos en esta fecha. Infórmense aquí.

Y no dejen de llorar también por los palestinos que sufren hoy el horror de un holocausto provocado por aquellos que lo sufrieron. Queda demostrado que el ser humano no tiene remedio. Lo vemos cada día, a pesar de que haya gente que aún tiene corazón y coraje para decir las cosas. ¡Bravo por Norman Finkelstein!

 

Un comentario en “La estupidez de las estupideces

  1. No puedo estar más de acuerdo. Como decía una amiga, no hay nada peor que la tiranía del «débil». En este cuento caperucita se ha convertido en el lobo en su versión más monstruosa.

Los comentarios están cerrados.