Todavía (y no por mucho tiempo, temo) Cervantes vale el doble que Ronaldo. Al menos en las esculturas -de dudoso gusto y pobre confección- que se encontraban a la venta en esta librería de algún lugar del norte. Lo que no sé es si del norte de España o de Portugal. Igual era Oporto. ¿O era el sur y se trataba de Lisboa?
A poco que se rasque en la historia de la religiones modernas se encuentran las capas de anteriores creencias, algunas milenarias, que conforman el conjunto de reglas, costumbres, simbologías y demás parafernalia. Es normal, pues -casi obligado diríamos- que el conjunto se amalgame en los lugares más inesperados, como por ejemplo el escaparate de una tienda. De esas que llamaríamos esotéricas para hacernos entender. La venta de útiles para la práctica de los ritos no se restringe -en muchos casos- a la dominante religión de este-santo-país, la católico-apostólico-romana como les gusta decir a sus acólitos. La libertad de culto ha llegado al negocio, de modo que en muchos lugares encontrarán ustedes vitrinas como la de la foto que -dicho sea de paso- no me acuerdo dónde la hice. Disfruten de la tolerancia mientras dure.
Después de una interesantísima más bien insulsa semana perdida en un evento de emprendimiento pasado en Marbella y tras sufrir los agobios y apretones que todo visitante de estas zonas debe, volvemos al trabajito estúpido.
Esta mochila de fantasía fue fotografiada en Florencia hace algunos años. En los tiempos que corren supongo que se habrán vendido unas cuantas (al menos en Roma) y que algún diseñador ya habrá comenzado a la versión con el nuevo jefe nombrado esta semana, de modo que para el verano que está cerquita se puedan hacer con la última moda actualizada.
Coger un rotulador, lápiz, tiza, o vaporizador de pintura y arreglar una pintada es un arte. Ojo, arreglar no significa tachar, estropear, ocultar o vandalizar un mensaje. No, se trata de darle un giro convirtiéndolo en algo distinto. A veces hasta divertido, como el ejemplo que les muestro. Un cachondo arregló el cartelito prohibitivo de «No aparcar» y lo convirtión en «No ladrar», juego de palabras que en inglés es fácil (como pueden comprobar), pero no tiene mucho sentido en español. Ahí queda la gracia que fotografié en Irlanda.
Por cierto, la pegatina verde también tiene su gracia. El texto que contiene es «OINK, OINK», onomatopeya autoexplicativa.
Esto es inherente al ser humano, no hay quien se libre. Este bello bucle de brida está fotografiado en Irlanda. En los últimos tiempos ha tocado este país, es que tenía muchas cositas guardadas de allá, no es que les tenga manía, qué va,
Lo acontecido hoy no es más que la muestra de que vivimos un sueño apoyado en un castillo de naipes. Eventos como este, con origen natural, ocurrirán en el futuro como ya ocurrieron en el pasado (véase el «evento Carrington» de 1859 en este enlace). También pueden ocurrir con origen humano, claro, por fallos en el diseño, como el que aconteció en los EEUU-Canadá en 2003 (véase este enlace). Luego puede ser que se deba -no hay que descartarlo- a una acción humana (recuérdese lo que ocurrió con los buscas explosivos no hace mucho, por poner un ejemplo). También puede deberse al nivel de chapuza que domina mucha de la obra de este planeta. Ilustra esta reflexión un foto tomada en Irlanda hace siete u ocho años. Por desgracia «ñapas» de estas se ven bastante a menudo si uno -como el escribe- tiene la deformación profesional de ir mirando cables.
Magnífica muestra de excelencia en el trabajo, foto tomada en un hotel de Dublín. Para que quede claro que la chapuza no es patrimonio nacional de este-santo-país, sino que -por desgracia- campa a sus anchas a lo largo y ancho de este mundo, incluida la civilizada europa.