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Geoingeniería chapuzas

Andaba el Malvado Margarito el otro día todo preocupado el hombre por causa de esta noticia relacionada con geoingeniería en plan chapuzas que, por mor de los ingresos, habían trazado algunos de esas grandes empresas a las que se deja hacer lo que le dé la puta gana. Y en realidad la tal noticia no es más, comparada con lo que cuenta el vídeo de más abajo, que tirar un papel en la calle.

Aquel de los lectores que tenga un rato, hora y cuarto, que se entretenga en ver el contenido completo. Está subtitulado en castellano, pero el sonido original en inglés permitirá también practicar el idioma a aquellos que así lo deseen, de modo que matarán dos pájaros de un tiro. O tres, porque quizá se les quite el sueño, o la esperanza en el futuro.

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Menos selección, más revolución

La foto de esta pintada ya tiene un tiempito, como cuatro años. Eso sí, como pueden apreciar los dilectos lectores las cosas no han cambiado mucho, y si han cambiado es a la baja para muchos. A los ricos nos va mejor que nunca.

Sigan, sigan con su fútbol. No olviden la fecha de la final de la Eurocopa 2016 (10 de julio) y, por favor, no vayan a votar el 26 de junio, no vayan a perder alguno de los tres partidos que hay ese día.

Como decía uno que yo me sé: «Pan y circo, pero que poco pan y que mal circo»

Jetas hay en todos lados

Está claro que con tal de atraer un cliente cualquier estrategia es válida, y la del engaño, truco o triquiñuela es una de las más usadas. Como aquellas calculadoras CASINO, zapatillas DIDAS o tantos otros ejemplos de las imitaciones chinas. No son los únicos, no vayan a creer, que recurren a tales ardides. En la foto (hecha en Vila Nova de Gaia hace un par de semanas) se ve un imaginativo restaurador portugués que ha inventado la «paelha» de bacalao. Al menos ha tenido la decencia (o el desliz, nos queda la duda) de no poner la palabra española.

Una idea con muchos huevos (de la serie «Soluciones de bajo coste»)

Vean señoras y señores lectores la pieza de museo de los horrores que he encontrado este finde en Belmonte (Portugal), en el hotel Bel-Sol concretamente. Se trata de una de esas ideas peregrinas de alguna revistucha o algún programa de tv. O algo peor. Al grano.

Las lámparas de la habitación estaban decoradas del modo que ilustran las fotos. Si uno no se fija demasiado hasta pueden pasar por estampado feos. Sin embargo, al acercarse, El Acechor se dió cuenta de que están hechas con cáscaras de huevo pegadas a la pantalla y luego recubiertas (para mayor durabilidad de la magna obra) con barniz. ¿Se tratará de las cáscaras de huevo que usan en el restaurante? Sin duda alguna, creo. Y luego las cuentas: unas ochenta habitaciones a tres lámparas por habitación ¿cuántos huevos se necesitan de cada tipo (blancos, morenos, con pintas)? ¿y cuántas horas de trabajo habrá requerido la brillante idea? ¿habrá acabado el ejecutor hasta los huevos de lámparas y de huevos? Estas y otras preguntas quedan botando en mi cabeza inquieta…

Más hostelería

En la entrada anterior había una referencia a aquello de invertir una vez en el negocio hasta su extinción. Hay muchos ejemplo que de seguro los lectores de este blog podrán enviar, y les conmino a ello. Hoy estamos en Ibiza, creo que en Portinatx. Allí hay un cartel de un negocio existente que fue abandonado desde su creación hace como 40 años, tiene dibujos muy simpáticos de comiditas para los guiris.

La siguiente foto es de un cartel (más o menos de la misma época) con las indicaciones de la isla, sus discotecas, sus pueblos y la indicación «Ibiza by taxi». Salvo las pegatinas parece llevar allí desde antes de la muerte del dictador. Este cartel tiene pinta de haber sido puesto por los taxistas.

La tercera foto es el detalle de un mini-golf que allí se encuentra, al ladito del cartel de los taxis. Dicho negocio (se llevaba mucho antiguamente) muestra señales de haber sido repintado en varias ocasiones, pero nada más. Bueno, casi nada en realidad, porque las antiguas lámparas de hierro carcomidas por el salitre han sido sustituidas, oh maravilla, por otra de equivalente función, más duraderas y de poco coste. Se trata de ensaladeras y palanganas de plástico obtenidas, quizá, en algún negocio chino. Otra muestra más de esa inversión que algunos emprendedores de este país hacen en sus negocios. No son todos, está claro, pero muchos muchos muchos hay. Y se los seguiré trayendo.

Santo país (de la serie «Soluciones de bajo coste»)

Hay gentes (emprendores, empresarios, propietarios, negociantes…) que tienen la idea de que las empresas sólo necesitan inversión cuando se crean y que después todo consiste en ponerse a la caja a recoger pasta. Entre ellos hay muchos acechando en el sector hostelero, como este que les traigo hoy. Se encuentra (o encontraba hace un par de años) en Sagunto, localidad en la que recaí en busca tardía de comida y cama. En el lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, entre otras lindezas de la misma jaez, encontré este bello ejemplo: inversión única en los años 60 (vean la estructura de la cama) para abrir el negocio y a cobrar durante cincuenta años (vean el estado de los hierros). Como quiera que las quejas de los huéspedes por los chirridos del catre debieron superar el umbral de aguante, el solícito dueño lo solucionó con unas toallas viejas y un rollo de cinta americana. Impresionante ¿no? Luego se quejarán de que la gente les deje opiniones contrarias en internet.

Más «Señalética avanzada»

No vayan a creer amigos lectores que sólo los lusos se dan al arte del rótulo pintado. También en otras tierras hay esa costumbre, no me atrevo a decir si sana, pero al menos barata. Hoy les traigo dos fotos hechas en Ibiza, donde además de golfeo discotequero hay otras cosas para ver, entre ellas algunos restos arqueológicos bastante interesantes.

Allí pude hacer la primera foto donde, en piedras pintadas dispuestas en el camino, se indica el camino a seguir para hallar una cueva. Se conoce que el gamberrismo se queda en las discotecas de la capital, porque nadie ha movido ni se ha llevado las piedras.

La segunda foto es una demostración de que no sólo en Galicia se encuentran señales dispares que desinforman. Es conocido el modo gallego de contestar una pregunta con otra y el que por aquellas tierras fuere verá que el modo de señalizar crea a veces más dudas de las que aclara. Viajar para ver. Pero en Ibiza también encontré un ejemplo de este juego de despistes en la indicación para llegar a un poblado fenicio (quiero decir a los restos).

Quizá otro día me anime y les cuente un sucedido de ese mismo viaje en el templo de Tanit.

Sencillez ante todo (de la serie «Señalética avanzada»)

Este rótulo que nos invita a mirar hacia arriba está en Penha Garcia un pueblo portugués cercano a la frontera española de Cáceres. Vean como con pocos recursos, algo de imaginación y sobre todo ausencia de vergüenza se consigue informar al turista visitante de los fósiles que las piedras contienen. Está hecho antes de la crisis, claro, y además no parece que la burbuja de modernidad y despilfarro pasase por allí. Afortunadamente.

Convivencia de culturas

En la novela de Frank Baer «Puente de Alcántara» se narran una serie de avatares en los que las tres culturas existentes en el momento (cristiana, judía y musulmana) convivían con aparente armonía. Al menos eso nos quiere mostrar el autor, quizá subvencionado por aquello de la «alianza de civilizaciones». La foto que hoy ilustra el comentario hace un trabajo semejante, mostrar la convivencia de culturas tecnológicas en un único ingenio que algún avezado habitante de la sierra de Gata ha realizado. Existe el moderno PVC (parte superior), la antiquísima terracota (barro cocido) y el ya obsoleto fibrocemento (vulgo Uralita). A tenor de lo que vemos un abanico de casi doscientos años desde la terracota (1808 según parece) pasando por cemento-amianto (cancerígeno de los años 50) hasta el hoy sospechoso por cancerígeno PVC (popularizado en los años 80-90).

Por supuesto es encomiable la dosis de ingenio -considerable- casi tanto como la capacidad de almacenaje. Cosas de tener sitio, memoria y ganas. Merece la pena también mirar el tendedero hecho con un trozo de estantería modular, la sujección del cable negro con una alcayata de hierro forjado a mano sin olvidar el atadillo de alambre y clavos de la parte superior (y de la terracota). Un trabajo digno de una tesis, vamos, sobre todo porque tratándose de canalizar agua no hay una gota de silicona.