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Corny Carmina

Ser zapatero no ha sido nunca mal visto, siempre y cuando no fuera un apellido, claro, como el infame expresidente del gobierno. Pero claro, ser zapatero no mola. Y mucho menos en el sacrosanto tempo del pijería castellana llamado por algunos Valladolid y por otros Valladolor. Y así, cuando Carmina quiso poner su zapatería, decidió que mejor ponerlo en el idioma de moda en los años 80, el inglés, pasando a llamarse «CARMINA SHOEMAKER». Este tipo de comportamientos hace que a la gente se llame, en ese mismo idioma bien «corny» bien «tacky». Y al que le pique la curiosidad que busque en internet, que ahí está la respuesta.  Pues ella, con su «fantastic new shop» empezó a intentar vender zapatos hechos a mano y medida en su tienda de la calle Veinte de febrero. Cada vez que paso está «empty» y claro, «in the middle of the crises» con esos «prices» guapa, ni sueñes llenar.

Hoy día, además, esto de motejar en otro idioma está muy visto. Y encima el inglés ya no está de moda. Ahora es el chino, como todo «cani» que se precie, sabe. No hay más que verles con sus coches amarillos y sus tatuajes.

«Have a nice year, querida zapatera».

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Estúpidos de nos

No de Nóos, que esa es otra historia. Ahora que ya se van sacando de las fundas los cuchillos afilados de Donma y sus secuaces, hay gentes ingenuas que piensan que a tijeretazos se arreglará el problema. No, y para muestra debería valer cualquier país africano que lleva décadas siguiendo las directivas FMI y BM. Pero por si no nos vale la experiencia de esas gentes podríamos ir a Grecia. Las explicaciones de por qué una sangría no le viene bien a un enfermo débil eran ya evidentes en la edad media, pero por si acaso, también las podemos ver aquí y aquí.

Como resumen: el BCE presta la pasta a los bancos al 1% (menos en EEUU) y los bancos se lo prestan a los Estados al 5,6%, o hasta el 15% (caso griego). Ahora que me explique el nuevo ministro de economía cómo va a obligar a los bancos a que se lo presten a los ciudadanos de los que no se fían para comprar casas o hacer negocios.

Y el que siga confiando en la política del recorte al pobre y el regalo al rico es imbécil o, peor, un beneficiado de ella, o sea , un banquero. Yo voy pensando de los banqueros como pensaban los yanquis de los indios, banquero bueno banquero muerto. O tomamos nota de lo que sí funciona, como en Islandia, o estamos jodidos y más lo vamos a estar. Al tiempo.

Hala, que el año que viene sea como este, porque eso ya sería un regalo de los buenos.

De la serie «nombres poco adecuados»

Vean el avispado propietario del local sito en las cercanías de la plaza mayor de Salamanca, lo que promociona, nada menos que el «Beso blanco». Igual hace la versión de chocolate negro el día menos pensado. Habrá que estar atentos porque lo mismo se piensa uno que está entrando en una cafetería y resulta que es un puti-club. Bueno, en cualquier caso habrá que ver la cara del personal de detrás de la barra cuando uno de estos días me lleve a un amigo negro a pedir un beso blanco y cuando me diga a mi que qué quiero. Joder la competencia en la hostelería a lo que está llevando. Otro día les pongo la foto de otro sitio donde venden «Mamadas» (es un bebida, en serio…)

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Convirtiendo oro en plomo

La transformación de oro en plomo, la conversión de una de las más bellas plazas del mundo en una horrendez digna de aparecer en este y otros blog. Vean como el consistorio dirigido por Mañueco ha transformado en un horrendo espacio a la espectacular plaza mayor de Salamanca. La fotografía no puede expresar todo el espanto que produce la contemplación del espacio tras la intervención navideña. Otro motivo de oprobio más para odiar la navidad y sus efectos secundarios: el gasto imbécil y la horterada. Espero, lectores, que no tengáis que pasar por el horror decorativo estos días. Volved, eso sí, a este lugar de belleza sin par transcurridas estas-fechas-tan-señaladas.

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P.D. Igual, pensando un poco más, las feísimas luces verdes y rojas son un guiño a los portugueses que gustan de acudir a la plaza para celebrar el año nuevo (españoles no van apenas). En este caso el espanto se ve compensado por el buen gesto de consideración a los hermanos portugueses a los que tan injustamente hemos dado la espalda durante siglos.

Jamona a babor

Para quitar un poco de hierro a los ácidos comentarios que últimamente pululan en este blog, he decidido sacar del olvido una foto que hice hace tres meses en Conil de la Frontera (Cádiz). Es la quintaesencia del buen gusto que domina a lo largo y ancho de la piel de toro en tema bodorrios: novia entradita en carnes, novio entradito en años, fotógrafa en chanclas, eterna becaria y coche chico y viejo para completar este cuadro digno de un chiste de Gila o de una alucinación de ayahuasca. Gocen del conjunto que, con la crisis y recortes al estilo griego que nos esperan, las bodas pasarán a formar parte de la historia de la fotografía.

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Al César lo que es del César

Llamando a las cosas por su nombre. Esta imagen ilustra el verdadero significado social de los sindicatos en este país: tapaderas. Es así, no le demos más vueltas. Los currantes de esta obra lo han entendido con tal clarividencia, amigos lectores, que sobran interpretaciones, explicaciones y peroratas. Tapaderas de negocios, de burbujas, de trabajos míseros. Y esto, nos tememos, no ha hecho más que empezar. ¡Sindicalistas, a moverse, que ya toca!

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Estafa social

estafa-socialUna de las muchas estafas sociales es denunciada por un anónimo personaje que ha fotocopiado y colocado estos carteles en los contenedores de Valladolid. El texto no puede ser más explícito: «No es de justicia que unos pocos puedan poseer todo el planeta y la mayoría no tenga ni para subsistir, (a) esto lo llaman civilización». Pues si, señor mío, esto es la civilización puesto que entre los animales esto no pasa, al menos a estos niveles. Usted se queja desde el punto de vista español y lego, pero hay otros que se quejan desde el punto de vista yanqui y además, de legos, nada de nada. Toca esperar a que las vueltas de tuerca que están dando (y lo que queda…) sirva para despertarnos de una vez.

 

La cumbre climática

El ser humano es, hace tiempo, un mono estúpido subido en la rama de un árbol armado con una herramienta con la que va serrando la propia rama donde se encuentra sentado. No es una analogía, es la puritita realidad. No hay más que leer las conclusiones, el humo, las buenas intenciones, los apretones de manos y las comilonas que nuestros políticos de todo el planeta se dan en las cumbres climáticas. La última ha tenido lugar hace pocos días. Las conclusiones no hace falta ir a los periódicos para conocerlas. Hace pocos días, caminando por los senderos de Navacarros (Salamanca) encontré esta bella estampa que ilustra el esputo vital anterior: «Prohibido tirar escombros sin autorización». Acojonante. Lo mismo, lo mismo, lo mismo que «prohibido contaminar sin autorización», «prohibido matar sin autorización», «prohibido invadir países sin autorización» o «prohibido fabricar armas atómicas sin autorización». No sigo, cualquier mortal que venga a estas páginas a menudo sabrá encontrar lugares en los que las anteriores afirmaciones son diarias. No pienso enlazarlos. Me niego a dar más pábulo a falsimedia.

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