Decía D. Miguel de Unamuno «que inventen ellos«, pero de eso ya hace tiempo y además no está claro lo que quiso decir o incluso si lo dijo. Polémicas filosóficas aparte, la foto autoexplicativa (nunca mejor dicho) ha sido tomada hace un par de días en Valladolid. No sabemos si se trata de un prototipo desarrollado en el Parque tecnológico de Boecillo, pero está claro que en este país también se innova. ¡Temblad, chinos!
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Nuncabajistas, ¡cómo os echo de menos!
No hace mucho los padres (tranquilos, no diré nombres) decían a sus hijitos e hijitas: invierte en vivienda, hijo, que la vivienda nunca baja. Una amiga dice, con razón, que la boca es de lo más castigado. Pues como ejemplo muestro una foto (podría tomar docenas en menos de una hora) de lo errado de afirmación de los que se llegó a llamar «nuncabajistas» que eran -curiosamente- los que invertían en vivienda.
Ha llegado a mis oídos el caso (tranquilos, no diré nombres) de una pobre gente que cambia de país bastante a menudo. Y les han pillado tres burbujas, dos en países europeos y uno sudamericano.
Y todo esto me pasa porque «Me acuerdo mucho pero mucho de la historia de España. Es más, yo creo que siempre tengo presente la historia de España». Frase sacada de la genial película «Amanece que no es poco» de José Luis Cuerda.
Rebajas antes de las rebajas
O, traducido, sortear la crisis al mismo tiempo que la legislación vigente. La legislación (en España) no permite la palabra rebaja más que en ciertas épocas y con ciertas condiciones. Pero no importa. Se pueden hacer fintas legales para soslayar lo que haga falta. Y si no lean ustedes los periódicos que a diario publican noticias sobre gentes acusada cuyos delitos prescriben. Para ello es necesario disponer de buenos abogados y dar tiempo al tiempo, que los chorizos más ricos son los que se cocinan a fuego lento, con calma. En fin. Que en esta tienda la foto tomada hace dos o tres días anuncia en letra <sorna>pequeña </sorna> las ganas de vender que tienen los dueños. Bueno, todo correcto, siempre hay ganas de vender. Pero si tiramos del hilo mental nos preguntaremos ¿y ese 30% restante les da para vivir? La respuesta es que los comerciantes, al menos algunos, tienen unos márgenes tan elevados que incluso con ese 70% de descuento siguen ganando dinero. Pues entonces ¿porqué no bajan los precios? No, si están bajando. ¿porqué no bajan los precios sin anunciar rebajas? Porque piensan que la crisis en un par de meses más está olvidada. Porque piensan que somos gilipollas, porque nos vacilan, nos roban y encima se lo tenemos que agradecer (que nos hacen rebaaaaaaja). Total, que muchos empezamos a pensar (o llevamos pensando ya tiempo) que esta crisis está poniendo orden en un desmán que empezó hace muchos años. También pensamos que el desmán no ha hecho más que empezar y que llevará decenios y sangre arreglarlo. Vamos, que al paso que vamos dentro de poco los terribles 80 nos parecerán cosa de risa.
Y de aquellos polvos, estos lodos (avances en recuerdos turísticos)
La consecuencia lógica del uso del viagra portugués, el piri-piri que ayer comentábamos, se deja ver en la tienda de enfrente. En la foto pueden apreciar el expositor de insignias (ahora les llaman «pins») que tiene la tienda justo enfrente del iluminado publicista de la guindilla. Vean la variedad de posturas distintas que dan lugar a tantos productos distintos como para formar, casi, un kamasutra. Una tentación para el viandante turista que busca un artículo distinto a esas espantajadas a que nos tienen acostumbradas las tiendas de recuerdos. No duden en usar el botón derecho para ver la imagen en toda su magnificencia.
Una de risas
No todo van a ser penurias en esta vida. Miren cómo anuncia un comerciante portugués el piri-piri, mejunje al que los lusos son bastante aficionados. Se trata de una maceración de guindillas piri-piri (de las que toma el nombre) en aceite, vinagre, y otros condimentos con la que aderezan las comidas. Lo fabrican en sus casas de modo artesanal y, por supuesto, también se vende ya confeccionado para deleite de los más vagos, ocupados o inútiles. No les recomiendo que lo prueben (como afrodisíaco) a no ser que tengan prisa por coger algún avión, en cuyo caso puede que, incluso, no necesiten avión.
Como son estos portus, que dejan atrás a los de Bilbao. Bueno, igual es que los de Albufeira son el equivalente bilbaíno en tierras de Viriato.
La estupidez de nuestras autoridades
Una muestra del abandono en que se sumen los proyectos carísimos financiados con dineros públicos se encuentra en el centro de visitantes de «El acebuchal» en el parque nacional Doñana (Huelva). Se trata de una clepsidra o reloj de agua que, en su momento, indicaba la hora mediante el nivel de agua del depósito de cristal. Una idea viejísima, como corresponde a la necesidad de medida del tiempo. Sin embargo esta pobre clepsidra, tras ser abandonada a su suerte (y a su muerte) nos indica el tiempo por el nivel de degradación. También nos indica el nivel de estupidez de instituciones que permiten estas cosas, así como el de los ciudadanos (me incluyo) que con su laxitud hacen de la degradación el pan nuestro de cada día.
Y mejor no hablar de la rotura de la presa de Aznalcóllar, que hay cosas que es mejor olvidar, palabra.
Estúpido español, no estás solo
La foto que veis está tomada en Portalegre (Portugal). Allí recibí dos impactos: uno al ver esta fachada y otro en la puerta del coche. De la fachada tengo esta constancia fotográfica que evidencia, como decía mi padre «toda la vida matando tontos y cada día hay más». Y horteras, añado yo. Del golpe de la zorra me curaré publicando la entrada, pero del del coche me libraré también esta semana pagando religiosamente la ladina maniobra del tipo que se escabulló sin dejar parte ni nota. En fin, amiguetes, disfruten del huidizo animal que el estúpido portugués colocó en su casa.
Tal y como está el patio, nada más ver los noticiarios de falsimedia, no me queda duda de que hemos sido estúpidos todos y cada uno de los votantes que confiábamos en que nuestros políticos eran capaces de mantener el estado de bieneestar que venía de una ligera (muy ligera) distribución de las riquezas. Pero las zorras ladinas que pululan en la política han sido más listas que nosotros y ahora nos toca lamentar. No solo es que en el futuro próximo vayamos a ser capaces de enderezar a estos bichos, no. Es que la historia nos enseña que la próxima vuelta de tuerca consiste en acudir a los otros y, como en el juego, de zorra a zorra y voto porque me toca. Y si los que ahora intentan huir con el rabo entre las piernas han sido malignos, los que acechan en la sombra para asaltar al imbécil no han de ser menos sangrientos, ni menos voraces, ni menos agresivos, ni menos ladinos.
Y sino al tiempo…
La universalización de la gilipollez
Eso que llaman globalización y que no es más que la universalización de la tontería, bobada o gilipollez, se puede comprobar a cada paso que damos. La foto que ilustra este comentario está tomada en Faro (Portugal), en el corazón del Algarve. Una bonita ciudad con memos de dos patas como en casi todas las bellas ciudades de esta península. La tienda en cuestión es la coronación del mito, del diseño, de la simplicidad, del culto a la estupidez global que mi sobrina llamaba «elloquiti», cuando su cabeza contenía sólo las reglas de lectura del español aunque ya profesaba la admiración al vetusto personaje. Dejemos correr el tiempo a ver si desaparece este dibujito lavado por el olvido. Confiemos en que el futuro nos lleve a lugares en que el consumismo sea el nuevo «coco», «tío camuñas» o «duque de alba».
El auto-bombo
En el mismo lugar donde dejan verracos milenarios en las calles a expensas de turistas, como se puede ver en el comentario anterior, encontré esta lindeza. Un dintel de piedra tallado con la inscripción «Viva mi dueño». Por la edad de la mayoría de los dinteles de granito que lucen las puertas de ese pueblo se podría decir que esta obra es de finales del siglo XVIII o principios del XIX. Hay que reconocer que la tolerancia debía imperar en el pueblo puesto que semejante bobada convive con textos laudatorios a vírgenes o instituciones religiosas. Da gusto, al menos, ver que los paisanos también tenían sentido del humor, cuando se lo permitían, claro.
Me pregunto si Don Ramón María del Valle Inclán tomo referencia de esta piedra para dar vida al segundo tomo del «Ruedo ibérico» llamado «Viva mi dueño«, si como parece, la piedra es anterior al libro.
Más burros no pueden ser
Vivimos una época en que la estupidez generalizada de la población hace ya imposible una regresión del destrozo medio-ambiental. La educación brilla en las televisiones en los ojos de los pazguatos que por allí pululan y que demuestran su valía a voces, insultos y desprecios. Y la gente de la calle que ve esos espectáculos como modelos convierte la estulticia en infinitas formas a cada cual más vulgar e irrespetuosa.
Los imbéciles de la foto (me faltaron 3 segundos para pillarlos bien) estaban subiendo a un niño de dos o tres años al verraco milenario que adorna una plaza del Puente del Congosto (Salamanca). Ese verraco no debería estar ahí, eso está claro, pero tenemos ayuntamientos más preocupados de recalificar terrenos que de asegurar el futuro cultural, de modo que, bueno, el verraco está en el suelo, sujeto con cemento y sin protección, sin indicación de su valor ni nada que se le parezca. Vamos, que tampoco me extraña que el mamarracho medio español no lo distinga de un trozo de granito caído del cielo. Claro, suben al niño sin pensar que la repetida acción acabará con una piedra que debería estar en el museo provincial o local, pero que acabará como tanto patrimonio, en las fauces voraces de las excavadoras camino de algún vertedero, escombrera o como relleno de cimientos de algún adosado.
¡Me cago en los turistas, en los imbéciles y en los políticos deleznables que tenemos en este país!