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La solidaridad se va de vacaciones

¡Menos mal! Había llegado a pensar que vivíamos en un mundo de super-seres (hombres, mujeres, niños, adolescentes y peces -en extinción-) que jamás descansaban. Me doy cuenta, sin embargo, que las gentes necesitan descansar hasta de la solidaridad (igual es lo que más agota) y se toma sus merecidas vacaciones. Igual se han ido a ser solidarios a otras partes del planeta o igual es que los pobres no acuden al comedor y, por falta de clientela, se ven obligados al asueto veraniego. Prometo vestirme de paupérrimo (ropa de imitación, coche viejo, sin manicura…) y acercarme a preguntarles si en navidad también cierran y tendré entonces, como otros estúpidos, buenas razones para odiar la navidad igual que odio el estúpido verano.

comedor solidario de vacaciones

P. de picaresca

potón por pulpoCada día me resulta más difícil no pasar por tonto, no ser engañado, tener una mínima conciencia de la realidad que me circunda. La publicidad hace de palanca en los cerebros de los modos más insospechados para lograr el único fin que actualmente parece importar: la pasta. Les presento un manifiesto engaño dentro de los límites de la legalidad, para que nadie pueda echarse las manos a la entrepierna y denunciar a nadie. Quedan lejos los tiempos de las marcas como SONYA, SANKYO ó sus innumerables variaciones que atraían a los incautos compradores que no prestaban demasiada atención a la grafía de las marcas. Un coladero de productos que vivían (y viven) a la sombra del prestigio de los grandes. Pero no es la única forma de dispersión, no. Existe esta otra, la del impacto visual del producto más allá de la marca. Es el caso de este paquetito de P. COCIDO cuya imagen enseguida nos hace pensar en el pulpo, pero que, como se puede comprobar nada más dar la vuelta al paquete, se trata de POTÓN DEL PACÍFICO, producto mucho más barato, menos vendible por su nombre y que se hace pasar en muchos bares de pinchos por el afamado pulpo. El potón es un cefalópodo de considerable tamaño cuyo sabor es bueno y su textura agradable siempre que se cocine bien. Tengo amigos que afirman no poder distinguirlo del pulpo. Se da la casualidad, eso sí, de que en el lugar donde lo compré el cartel hecho a mano que anunciaba la oferta (1 kg. por 5 euros) ponía claramente PULPO COCIDO. Puedo pensar que debido a un perdonable error el comerciante había picado (con p.) como es la pretensión evidente del cartel. No así en otro lugar en que el más cauto vendedor había repetido la patraña del p. con toda naturalidad.
La p. de picaresca sigue vigente hoy más que nunca, de modo que hay que andarse con cuidado para no picar (con p.) en las patrañas (con p.) de la publicidad (con p.) y que nos den p. por pulpo, digoooo, gato por liebre.

Con B de Vestia, señor…

¡MCon B de vrutoenuda panda de acémilas hay en las calles! Incluso tras el PC, observen sino, la foto del cartel que he encontrado en las pucelanas paredes. Igual es un truco publicitario, porque luego en el texto de letra pequeña está bien escrito. Vamos que será el único documento en el que la letra pequeña nos dé una sorpresa agradable.
Por cierto, si este es el resultado de los últimos planes educativos, mejor volvemos a los viejos… Y eso que hasta les ponen una asignatura de informática (con guarrindous, claro) pero parece que este no ha aprendido a darle al botoncito con las letras abc que todo programa de diseño, oficina o correo-e que se precie incorpora. Y es que ya lo dice el adagio «quod natura non dat, Salmantica non praestat» que en román paladino viene a ser «de donde no hay no se puede sacar».

Lluvia dorada ¡en bolsas!

Lluvia_dorada Desde luego la inventiva publicitaria no tienen límite. Caso ejemplar es este sobre de plátano macho frito que se vende en Lidl y que anuncia, como quien no quiere la cosa, una lluvia dorada sobre el mundo. Jesús, que tolerancia la de esta sociedad-suciedad que vende las perversiones en bolsas asequibles a cualquier bolsillo. Bueno, quizá estoy siendo muy mal pensado y todo resulta en una mala interpretación, involuntaria, del texto que acompaña al producto. Veamos, busco en el oráculo del siglo XXI (sangoogle) a ver que dice: y, efectivamente se confirman mis temores puesto que todas las primeras entradas hablan de sexo. Vale, pensé que me estaba volviendo paranoico. Entonces la conclusión es clara y evidente: PQC (Pero qué coño) piensan los diseñadores cuando hacen su trabajo. O, siendo castellano (ergo pensando mal para acertar), ¿no será perfectamente voluntario el desliz?
En fin, buenas noches, que se me calienta la neurona y lo mismo peta como una batería en cortocircuito.

Ñoras, ñores: se abre la veda de gazapos y gamusinos

Ni los más grandes proyectos y multinacionales están exentos de errores, amigos. He encontrado este gazapo en los mapas de yahoo. Queda inaugurada nuestra sección PQC (Pero qué coño ó Pero qué cojones, a elegir) libre castellanización del WTF (What the fuck) anglosajón.
Tendré más adelante, cuando consiga la foto ilustrativa, el placer de poner a bajar de un burro a los señores de Villavieja del Cerro con motivo de una polémica idea que andan estos días rematando en ese pueblo de la meseta castellana. Como decían los otrora geniales Tip y Coll, la semana que viene… ¡Hablaremos del gobierno!

Una decoración de muchas luces y pocas luces

El afán por la modernidad ha calado hondo en nuestro patrio territorio, quizá motivado por el sentimiento de inferioridad heredado de tiempos de la posguerra. Y puestos a desterrar semejante sensación de nuestras vidas estamos dispuestos a tomar actitudes entre catetas y estúpidas con tal de quedar como gente actual y actualizada. Tal es el caso del despilfarro lumínico que derrocha la plaza del torico en Teruel. Han llenado el pavimento de la plaza (la foto no es muy afortunada, lo sé) de un montón de carísimos elementos luminosos a base de LED, incrustados en las piedras. Todos del mismo color, bueno, todos menos uno o dos, que ya tendrán el valor de explicarnos y justificarnos filosóficamente. Como era de esperar el tránsito de personas y vehículos en horario permitido hace mella en las luminarias que tienen que ser restauradas por un grupo de cinco o seis operarios, como pudimos comprobar a la mañana siguiente a esta toma.
Luces, lo que es luces, pocas muy pocas demuestra la gente que ha parido semejante gilipollez que además de cara es hortera. A veces hasta se tiene uno que alegrar de que la crisis esté pegando fuerte en las entrepiernas de los ayuntamientos y otras corporaciones. A lo mejor hasta aprenden y dejan de hacer el memo gastando nuestros impuestos en mamarrachadas inútiles que tan sólo a los iluminados de los artistas contemporáneos gustan. A lo mejor hasta cambian de color y se ponen de color rojo de la vergüenza, pero francamente lo dudo.

Pa chulo yo, y pa guarro tamién

Observo últimamente la costumbre de plantar pintadas con vaporizador en las paredes de locales para anunciar su venta. Atrás quedaron aquellos tiempos en que se hacían letras perfiladas con regla, atrás quedó el cartel impreso, tragado todo por la absorción de generaciones anteriores de costumbres de los más jóvenes. Así, este señor (y podría poner una docena de fotos sin mayor esfuerzo) ha hecho de su local una bella decoración. Claro, que como lo tiene a la venta/alquiler, tres narices le importa que esté feo. El que venga detrás que arreé, máxima de este santo país.

Un buen nombre

Que duda cabe que un buen nombre es el mejor anuncio de un libro, una película o incluso un hotel. Hay, desde luego, muchos ejemplos que podemos gozar en la vida diaria. Este hostal de Almuñecar (si no recuerdo mal) tiene esa rara cualidad de describir al dueño más que al negocio. El nombre me recuerda a Vaya con Dios o Yo la tengo, igual es un seguidor. En cualquier caso no me parece adecuado andar mezclando cosas tan mundanas como el café, la cama y el dios, pero allá cada uno con sus gustos y sus creencias. Igual le hacen quitar el cartel por atentar contra la moral de alguien, tal y como van las cosas últimamente… Y bien pensado, según los mandamientos de los cristiano-católicos el primero de ellos precisamente versa sobre el tema, de modo que alguien se puede molestar.

El cabreo invade las calles

Y además es lógico. Esta foto fue tomada en Arroyo de la Encomienda (Valladolid) hace un par de meses, en una urbanización a medio terminar que la crisis dejó hibernada. Es fácil imaginar qué motivos llevan a la gente a hacer estas cosas. Lo curioso, y de eso no tengo documentación gráfica aún, es que el otro día al pasar por el mismo sitio vi que alguien de la constructora o promotora había tapado parte de las pintadas. Prometo hacer foto y publicarla. Pero la conclusión es clara y evidente: les pica que se haga público el cabreo de la gente. La consecuencia también es evidente: hacer pintadas SI sirve para algo, por si alguien lo dudaba. Pues a protestar, gentes, a ver si nos hacen caso.