
Esta pegatina originalmente pensada para concienciar a la gente de algún lugar de las vascongadas a que cuiden su entorno fue colocada en una ventana de Puentedey (Burgos), pueblo de montaña cercano al valle del Pas (Cantabria). Al cambiar de sitio el mensaje no sólo pierde el sentido, es que se convierte en un sinsentido. Cosas de la publicidad institucional en la que se gastan nuestros dineros esos mismos políticos que luego exigen el oxímoron por antonomasia: apretarse el cinturón y bajarse los pantalones al mismo tiempo.