En la novela de Frank Baer «Puente de Alcántara» se narran una serie de avatares en los que las tres culturas existentes en el momento (cristiana, judía y musulmana) convivían con aparente armonía. Al menos eso nos quiere mostrar el autor, quizá subvencionado por aquello de la «alianza de civilizaciones». La foto que hoy ilustra el comentario hace un trabajo semejante, mostrar la convivencia de culturas tecnológicas en un único ingenio que algún avezado habitante de la sierra de Gata ha realizado. Existe el moderno PVC (parte superior), la antiquísima terracota (barro cocido) y el ya obsoleto fibrocemento (vulgo Uralita). A tenor de lo que vemos un abanico de casi doscientos años desde la terracota (1808 según parece) pasando por cemento-amianto (cancerígeno de los años 50) hasta el hoy sospechoso por cancerígeno PVC (popularizado en los años 80-90).
Por supuesto es encomiable la dosis de ingenio -considerable- casi tanto como la capacidad de almacenaje. Cosas de tener sitio, memoria y ganas. Merece la pena también mirar el tendedero hecho con un trozo de estantería modular, la sujección del cable negro con una alcayata de hierro forjado a mano sin olvidar el atadillo de alambre y clavos de la parte superior (y de la terracota). Un trabajo digno de una tesis, vamos, sobre todo porque tratándose de canalizar agua no hay una gota de silicona.
