Cosas veredes que harán hablar a las piedras

coleccion-rosariosBuscar gente que compre en el lenguaje de los mercachifles actuales se dice: buscar nichos de mercado. Pues el último que han encontrado (por dos lados distintos) es el de las beatas. Con el año nuevo (y con el final del verano) viene siendo habitual ya desde hace años que nos bombardeen la cabeza y nos invadan la casa con colecciones de lo más variopinto. El fin último de las mismas no es fomentar el vicio del coleccionismo, no. Es sacarnos las perras que nos sobran con atractivos productos que toquen nuestra fibra sensible, puesto que los que tocaban la envidia ya los agotaron hace tiempo. Y es por eso que sacaron la colección de cuentos troquelados, de réplicas de coches viejos, de libros de la infancia. Toca ahora, ñoras y ñores, el turno de sacarle las mantecas a las viejitas que atesoran sus magras pensiones en las cajas de ahorros. Se acabó, estosololoarreglamosentretodos.org aunque haya futilizar lo más sagrado o desvalijar a los más desvalidos. Es el sistema del FMI, quitárselo a los pobres para dárselo a los ricos.
Vean en la foto la penúltima ocurrencia de los mercaderes de sentimientos, de los ladrones de oficina, de las tentaciones de billetera: la colección de rosarios.
Un conocido periódico, pude comprobar el otro día, tiene la misma colección como reclamo para poder vender (o intentarlo) sus ejemplares. El mundo del periodismo ya no vale nada, sólo el regalito que se puede adquirir de forma conjunta-e-inseparable. Más valdría dar noticias en lugar de rosarios, pero este país siempre se ha distinguido por dar más importancia a las trascendentales supercherías que a las cruentas realidades.
No importa lo que pase en este valle de lágrimas si nos espera un venturoso mañana etéreo… o una pulsera pogüerbalans que nos asista.
Como dice uno que conozco: «dios aprieta pero no existe». Como la cárcel para los políticos, añado.