Hace poco veíamos una calle que se llama «Arzobispo Borrego». Ahora les presento una genialidad digna de una mente simple: la calle «Sin salida». Como su propio nombre indica, no tiene salida. Esto evita, dicho sea de paso, colocar la correspondiente señal de tráfico indicativa. Le falta el detalle de tenerlo puesto debajo en varios idiomas, pero bueno, tiempo al tiempo, que el ayuntamiento de Chiclana de la frontera, donde se encuentra, el día menos pensado invierte diez minutos en las herramientas del lenguaje de Google y nos regala un «Dead end», un «Sackgasse» o un «Impasse». Mejor dicho, adecuando la traducción y pronunciación a los que reivindican la grafía andalusí, sería «Dedén», «Sahgá» o «Impáh». Discúlpenme si no me he adecuado a sus normas, pero hacen falta muchas tortitas de camarón para llegar a dominar semejante engendro.