
Visto en la barra de un bar, cuando al camarero se le terminó la botella de Legendario, abrió una nueva quitándole la banderita que dispuso graciosamente en el cuello de una botella de Coca-Cola. No me digan que no es un paradigma de la realidad a escala de bolsillo. Y con varias lecturas, hasta la de Cuba-Libre que los exiliados de Bacardí inventaron tras el triunfo de la revolución. Sí, esa que aún hoy permancece recalcitrante el pie de la superpotencia en su cuello.