
A los politicastros que gobiernan este país se les llena la boca de boberías y viven en los mundos irreales que su megalomanía crea en paraísos imaginarios. Y luego pretenden hacernos partícipes de sus iluminaciones al resto de tristes mortales que pagamos esas tonterías. Una de ellas, ilustrada en esta foto, es la idea que tienen de que la información que nos brindan puede cambiar la realidad. Una campaña publicitaria y todo se arregla. Ni el mismísimo Goebbels tenía tan clara la función de la propaganda.
El edificio que se ve es el hospital clínico universitario de Valladolid. La pared que cubre el muro tiene (medida en el SIGPAC) 15 metros de ancho. Calculo que la relación de ancho-alto del «cartelito» es de 1’5 x 1, de modo que andará, grosso modo, en unos 15×20 m. O sea, unos 300 metros cuadrados. El precio de impresión de material en tela para un mortal como yo anda los 30 euros el metro cuadrado. Para las instituciones, como el SACYL, no creo que bajen de 40. Esto hace la espeluznante cifra de 12000 (si, DOCE MIL) euros el precio de la brillante idea del memo que ha decidido publicitar la frasecita, eso sin contar con los gastos de colocación. Si pienso mal lo hago en el sentido de que algún familiar de algún cargo ha sorteado bien la crisis. Si pienso peor lo hago con la mente en las listas de espera que se alivian con hospitales privados. O peor, si la mala suerte te acompaña, el alivio se hará en el camposanto.
¿No habrá mejor destino de los caudales públicos que engrandecer la megalomanía de nuestros dirigentes?