Pues aunque parezca mentira, estos señores no anuncian un maravilloso viaje a la mítica capital del imperio mongol, donde la leyenda y algunos hallazgos arqueológicos sitúan a Xanadú, sino un viaje, asómbrense: A UN CENTRO COMERCIAL. En la Salamanca de los 80, cuando la peseta y el escudo, se organizaban viajes al mercadillo portugués cada primer fin de semana. El objeto no era otro que llenar el autocar de gentes que se querían ahorrar unas «rubias» comprando en el país vecino, cuyo nivel de vida hacía del mercado una golosina. El turismo de bocadillo y alpargata, en palabras llanas. Han cambiado los tiempos, pero no las costumbres. Se viaja en autocares al brillo artificial de las luces de neón de un centro comercial madrileño, cuyo mayor logro es tener una pista de esquí artificial. Tan artificial como la vida que vende, como la que nos rebozan en los morros todos los días en la tele, en las pelis y en las revistas. Vamos, un viaje al mundo del consumo estúpido, sí, ese que hace crecer la economía mientras atrofia los cerebros. Hagamos una rápida visita al centro de adoración del dios occidental por antonomasía, el boato, y a su hija unigénita, la ostentación. Luego se podrá comentar al día siguiente con los otros compañeros de trabajo (el que tenga esa suerte) de cómo un mileurista puede, por una tarde, ser el príncipe de Xanadú.
2 comentarios en “Excursión a Xanadú”
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Según lo que pone no es ninguna pista de esquí, sino de cielo. ¿…Stairway to heaven…?
Juas, juas, ya lo entendí… eso si, con algo de ayuda. ¡Qué torpe! «Pista de sky…» no es «Pista de ski…»