Extrañas esculturas por los campos del país

rara-esculturaNo hace mucho me encontré con este engendro escultórico en un campo. No me acuerdo en qué pueblo, pero tampoco viene al caso. Tengo más fotos de estas obras de arte popular con las que les ire deleitando en subsiguientes entradas. Tienen como notas comunes una ausencia total de pudor, un aprovechamiento de restos de todo tipo, lo chapuzas de la realización y, cómo no, la tremenda originalidad. Vamos, que podrían estar colgadas en cualquier museo de espantajos contemporáneos o en los puestos que organizan en las ferias (algunas bien renombradas) de dichas chorradas. Todo es la firma, se lo aseguro.

Como demostración de la estupidez intrínseca que nos anega las mentes, puede visitarse estos días en la sala de exposiciones de «Las francesas» (Valladolid) una exposición de basuras reunidas con mimo por algún memo amante de la mediocridad más insultante. Se llama la exposición «Icons of video art» que en román paladino quiere decir «Iconos del video arte». Reúne la muestra una serie de televisores colocados en vertical, y horizontal de dimensiones bastante tremendas. En ellos se proyectan chorradas tales como: un tipo pintándose las manos con rotulador negro, las bragas de una tenista en picado tremendo, una tipa hablando a la cámara, gente paseando entre un monumento, animaciones informatizadas de baja calidad o una pareja cuasi-inmóvil en una cama. Tal colección de sinsentidos, de procacidades, de nimiedades, de insultos a la inteligencia y al buen gusto que denotan que los críticos están enfermos y admiran a cualquier mamarracho que denote originalidad, que es, con la desfachatez uno de los atributos comunes de estos engendros. Arte, señores y señoras, que viene fomentado y pagado por las instituciones que, plagadas de estas mentes, financiamos con nuestro dinero.

El museo de los horrores Vostell, en Malpartida de Cáceres, el Musac de León, el DA2 de Salamanca, el patio Herreriano de Valladolid y un sinfín de entidades, salas, lugares y espacios llenos de espantos que, para mi, no tienen mayor valor que esculturas (¿debería decir instalaciones?) que ilustran este largo y envenenado comentario. Dicho sea todo esto con el mismo respeto que nos tienen los dichos artihtah > ninguno.

El traje nuevo del rey, estimados y desconocidos lectores. ¡Larga vida al mamarracho! (No el ciudadano Borbón, no vayan a malinterpretarme, hablo del popular cuento de Andersen)

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