La denostada ley anti-tabaco (también conocida como ley Pajín) ha dado lugar a que los establecimientos acondicionen la calle para los fumadores con estufas, asientos, mantitas y otros aditamentos accesorios. Además, claro, han colocado ceniceros para no ensuciar la calle. Hace unos días enseñábamos cómo en un bar equilibraban su mesa con una solución de baja tecnología. Mostramos, orgullosamente, cómo en el barrio de XXV años de palos de Valladolid, cercano al barrio España (de penosa reputación) un bar ha protegido su estimada propiedad privada ceniceril con unos elementos de fijación que deben evitar el robo de la joya de la corona que sujetan. Vean, vean.