La solidaridad se va de vacaciones

¡Menos mal! Había llegado a pensar que vivíamos en un mundo de super-seres (hombres, mujeres, niños, adolescentes y peces -en extinción-) que jamás descansaban. Me doy cuenta, sin embargo, que las gentes necesitan descansar hasta de la solidaridad (igual es lo que más agota) y se toma sus merecidas vacaciones. Igual se han ido a ser solidarios a otras partes del planeta o igual es que los pobres no acuden al comedor y, por falta de clientela, se ven obligados al asueto veraniego. Prometo vestirme de paupérrimo (ropa de imitación, coche viejo, sin manicura…) y acercarme a preguntarles si en navidad también cierran y tendré entonces, como otros estúpidos, buenas razones para odiar la navidad igual que odio el estúpido verano.

comedor solidario de vacaciones