La vida por una colilla

Al salir de la mazmorra donde nos prostituimos el Malvado Margarito y yo, encontramos la escena que les describo:

En el carril derecho de una avenida de cuatro nos desplazábamos en el tráfico denso de la salida del tajo. Y hete aquí que una moto que iba delante de nosotros, como a 200 metros, hace un amago de parar, disminuye la velocidad sin intermitente alguno, y se baja una pasajera que iba de paquete, medio corriendo, justo en el punto en que llegábamos al lugar donde estaba, cambiando de carril para no llevárnosla de calle, vimos que se agachaba hasta el suelo bajo la mirada atenta del conductor de la moto y la nuestra, se agacha, digo y recoge ¡una colilla apagada! Para que vean ustedes lo que puede la adición al tabaco, joder.

Bueno, quizá se le cayó y para evitar la multa (200 güitis y 4 puntos) y por eso arriesgaba la vida, porque a lo mejor si la pillaban esos 200 euros le suponía más que un atropello.

En fin, juzguen ustedes.