Las fisuras del sistema

Esta hucha de tamaño XL, forma parte de la serie «Sacaperras» recientemente inaugurada. La foto fue tomada en una de las catedrales del siglo en curso -los aeropuertos- en las cuales se adora al dios de la prisa y el del movimiento. Concretamente en el de Dublín. Alguien pensó que qué mejor manera de que los turistas extraeuropeos dejasen allá las monedas y billetes que luego iban a quedar almacenados en algún cajón perdido de vaya-ud-a-saber-qué-país. Si encima tiene uno la sensación de aportar a una buena causa, aún mejor.

La bolita, ejem, bolaza, debió caerse en algún trasiego aeroportuario o quizá fue chutada por algún aficionado al deporte rey. El caso es que con un poco de cinta precinto… Total, para qué voy a ir a por la transparente si con esta marrón que tengo a mano… Como ven la chapuza vive en los lugares más insospechados.

Pintada de cabreo

Los desamores son siempre dolorosos y cada uno sale de sus garras como puede. El autor (o autora) de esta pintada lo hizo guarreando una pared con la pintada que reza «NO TE AME, PUTA». La ausencia de tilde ya nos indica la jaez de su ejecutor/a. Tiene todo lo que tiene que tener: fea, grosera y rastrera. Un lujo, vamos.

Creo que se encontraba en el pasaje de Santi Spiritus, en Salamanca.

Los vicios de dos en dos

Curioso producto que reúne dos de las drogas que más afectan a las mentes de este santo país. Uno de ellos en franca decadencia (afortunadamente) y el otro en auge espantoso. Ambos reunidos en un productito de venta no-me-acuerdo-donde. Es que la foto ya tiene algunos añitos, trece en concreto. Para que vean los asistentes a esta página que atesoramos gilipolleces durante bastante tiempo.

Más de candados

Siguiendo la estela de candaditos de «El malvado Margarito», aquí les presento una escena tomada en una de las entradas laterales del jardín botánico de Oporto. Curioso el cartelito que prohibe (ejem) la entrada al público en uno de los accesos laterales. Hay dos fotos para que se pueda apreciar la belleza de la decadencia que tanto atrae en el país vecino. Y luego, a continuación un detalle del «cierre» que -pretendidamente- impide la entrada. Para flipar.