Esa sería la traducción del nombre del centro de entrenamiento (antes gimnasio) que hay en Salamanca en la avenida de Portugal. Se conoce que queda mucho más «chic» o «cool» ponerlo en inglés, sobre todo aquello de «by Rafael Iglesias». Debería traducirlo todo y poner «by Raphael Churches» para que todo quedase de lo más cosmopaleto o paletopedante, como uds. prefieran. Total ¿qué más dará si al final su público es español en su mayoría si no en su totalidad.
Para que luego digan que la Iglesia no se actualiza. Vean este cartel anunciador pillado en Irlanda hace ya unos años, en el que los Dominicos venden su producto: «Estudie teología a distancia». Si tus clientes no se quieren mover… ¡habrá que enviarles el producto!
Vaya tiempos… tan iguales en muchas cosas a la edad media o incluso a la bíblica.
Hace unas fechas, justo antes de que empezase a apretar el calor, estuve unos días de «tournée« por las Vascongadas, País Vasco, Euskadi, Euskal Erria o como cada uno de ustedes prefiera denominar a esta región (a estas alturas de la película, ya no estamos aquí para discutir por qué lado cascar un huevo, cual Liliput contra Blefuscu).
A lo que iba… Mi primera parada fue en la ciudad de Vitoria y, pateando pateando, fui a dar con una plaza cuyo nombre y ubicación exacta no recuerdo. Y plaza que fue bautizada al instante como la plaza de los condones (creo que los lugareños también la conocen así). Vean, vean:
Y si no son condones, que probablemente no lo sean (técnicamente hablando, ya que menudos condonazos serían aguantado la intemperie a dolor vivo) son muy parecidos y dan lugar a chistes fáciles como lo es esta publicación.
Les juro, por cierto, que estoy buscando en los mapas, tratando de localizar la plaza, su nombre y la historia detrás de esta «performance» pero, por ahora, sin éxito.
Bueno, en Vitoria, también tuve la oportunidad de alimentar un poco el alma:
O mejor dicho, de difícil clasificación. La frase «En la naturaleza todo está naturalmente ordenado» que ostenta en letras gigantes un herbolario de Salamanca, no sé si colocarla en la estantería de las perogrulladas, la de las tautologías o la que este blog tiene en su nombre. Se atribuye, según dice, a un tal Steiner R. que quizá sea Rudolph Steiner, personaje a caballo entre el XIX y el XX. Si hubiese nacido unos años más tarde habría fundado una secta, sin duda. Juicios del señor Steiner aparte, la frasecita puede que esté mal traducida, porque si lo está bien dice mucho de la idiosincrasia del tipo que, a esas alturas, ya debía haber oído hablar del caos.
La contestación escrita en lápiz, justo bajo la pintura, también tiene enjundia: SÍ PERO A DIOS SE LA SUDA LO QUE TÚ OPINES LOS MINUSVÁLIDOS ESTÁN ORDENADOS?
Si tu calle está en cuesta pues te va ser un poco más complicado poner una silla y dos mesas de modo que resulten de cómodo uso. La solución que este garito (de Oporto, creo recordar) es bastante ingeniosa: cortar las patas a los muebles. Ventaja evidente para la colocación en el suelo, imposibilidad de cambiar las posiciones (que puede ser también una ventaja) y un enorme inconveniente a la hora de almacenarlos en el interior que, sospecho, no tendrá esa inclinación tan pronunciada.
Esta foto está hecha junto al parque del Retiro, en Madrid, en marzo de este año. Véase cómo la ordinariez y pedante pretensión pueden llegar a límites casi insospechados, pero en todo caso hilarantes. Un ejemplo de a lo que los «Cosmopaletos» (Ernesto Laguna dixit) madrileños pueden llegar. En su página web hay -alucinen uds- ¡Cuatro opiniones positivas! sin duda capaces de refrendrar las magnas obras de tan excelsa empresa. Total, para vender tubos e irrigadores no creo que haya que darse tanto pisto.
Si quisiese ser un poco esnob yo también habría titulado esta entrada como «Esnobismo en el naming» que queda supermegachic. Es que donde estén los nombres en otro idioma (aunque no tengas ni puta idea del mismo) que se quiten las ordinarieces en español, por las diosas.
La pedantería sería una palabra mucho más castiza para denominar a estas gentes que gustan de los extranjerismos sin sentido. De hecho es tan común esta práctica de afectación que creo que inauguraré una serie con este motivo, los «Pedanterías paletas» se llamará. El ejemplo con el que comenzaremos es este, el «Food córner (sic)». Pero pedazo mamarracho/a ¡que en inglés no hay tildes! Al menos podíais haber usado el diccionario o la famosa inteligencia artificial, leche. Pues no, con tal de que quede guay, perdón «cool», cualquier cosa. Hay que reconocer que ni así se arregla un nombre tan poco imaginativo como «Rincón de comida». En fin, mientras cocinen bien…
No me acuerdo donde se hizo la foto, ya lo siento, en marzo de este año.
No es costumbre ni de este que escribe ni de la otra pluma de este blog andar metiendo el cuezo en cuestiones políticas y otras zarandajas sociales de baja estofa. Falta de interés en los asuntos no es, de verdad, pero para andar aventando chismes y trapos sucios ya tenemos a falsimedia que hace, hay que reconocerlo, un gran trabajo de crispación y manipulación.
Ayer, sin embargo, me dije: estoy hay que publicarlo, joder. No se ve a Donma todos los días haciendo frases completas y estructuradas, y mucho menos con contenido de interés. Pues el señor expresi dijo ayer:
Hay que darle la razón. Los casi 50 años de simulación de democracia le avalan. En fin, Marianico, que por una vez me descubro ante tus palabras. Los hechos, claro, ya son otro cantar, una cosa es hablar y otra actuar. Al menos el espejo le ha servido para ver las vigas en ojo propio tanto como la viga del ajeno. Pajas aquí, con las manos.
En Nápoles, junto a la calle San Gregorio Armeno, más conocida como la calle de los belenes, concretamente en un callejoncillo, encontré este curioso cartel pegado en la pared. El mensaje es claro: Instrúyete para no terminar como yo, racista. Interesante que haya gentes que no estén interesadas en poner sus nombres, firmas o dibujines. Queda poco personal de este tipo, pero afortunadamente aún hay.
El otro día en la entrada llamada «La boca es la más castigá» aburría a los abnegados visitantes a este sitio con una larga perorata acerca de la inquina que durante décadas Microsoft nutría contra Linux. Pues resulta que ayer me encontré esta perlita que no es más que la guinda del pastel. Al final no ha quedado más remedio que admitir al «intruso», qué cosas tiene la vida ¿verdad Bill?
Lean, lean. Copio-pego la foto del artículo porque ya me sé yo que después las cosas de la red desaparecen.