Vean este paisano de Valladolid cómo se relaja de sus paseos de obra a obra. Es que como ahora están bastante alejadas, hay que tomar resuello.

Vean este paisano de Valladolid cómo se relaja de sus paseos de obra a obra. Es que como ahora están bastante alejadas, hay que tomar resuello.
La calle como muestra de la realidad. En un semáforo, parado al lado de una bruja vestida con un abrigo de lomos de visón y botas de montaña (lo juro, no hace ni quince minutos, en la plaza de Luis Braille, al lado de un tipo que comenta «a mí no me despidieron, me ignoraron». Luego explica que trabaja por su cuenta cuando le llamaban y luego pasaba las facturas. Lo que han dado en llamar «freelance». Omitiré dónde y de qué trabajaba para preservar el anonimato del ignorado. ¿Se puede uno apuntar al paro como ignorado?¿Se cobrará por ello?
Ya sé que echan de menos las fotos, pero mientras el Malvado Margarito no haga un rato de «hacking» y arregle el «bug» de «WordPress» que no permite poner fotos sólo podrán ver vídeos y leer. Ya se siente, así es el mundo hexadecimal.
Dos jovencillos. El chico, un cubano de visera vaqueros por la rodilla, calzoncillos por el sobaco y deportivas de marca. La chica, española, de vaqueros blusa blanca y chanclas. De lejos parecían besarse. Al pasar junto a ellos, sin embargo, se oía sin problemas por el volumen de la misma, el siguiente retazo de conversación:
Luego, el transcurso del paseo me alejó del culebrón
Hace poco veíamos una calle que se llama «Arzobispo Borrego». Ahora les presento una genialidad digna de una mente simple: la calle «Sin salida». Como su propio nombre indica, no tiene salida. Esto evita, dicho sea de paso, colocar la correspondiente señal de tráfico indicativa. Le falta el detalle de tenerlo puesto debajo en varios idiomas, pero bueno, tiempo al tiempo, que el ayuntamiento de Chiclana de la frontera, donde se encuentra, el día menos pensado invierte diez minutos en las herramientas del lenguaje de Google y nos regala un «Dead end», un «Sackgasse» o un «Impasse». Mejor dicho, adecuando la traducción y pronunciación a los que reivindican la grafía andalusí, sería «Dedén», «Sahgá» o «Impáh». Discúlpenme si no me he adecuado a sus normas, pero hacen falta muchas tortitas de camarón para llegar a dominar semejante engendro.
Les juro que pensé que había sitios en que la falta de imaginación, la prisa o la desidia habían hecho del arte de nombrar humo de olvido. Hasta que el otro día me encontré en la Plaza Plazuela en el mismo corazón de Alcalá de los Gazules (si mal no recuerdo). Puede ser incluso que llegase a ella a través de la Calle Calle (pero calle, hombre, calle, que ya ha dicho lo que tenía que decir).