Los periódicos dicen que la economía italiana está para echarle un cable, como la griega, la portuguesa o la española. Bueno. No estoy muy de acuerdo. Vean sino, esta secuencia de fotos tomadas en Sicilia. Queda demostrado que a los italianos lo que les sobra son cables. Un poco de orden, eso sí hace falta.
Antes de irme de caza de nuevas estupideces a otras partes de la geografía hispánica les dejo una italianada, una de esas chapuzas que tanto me gustan. Está hecha la foto en Palermo de camino a Monreale. Vean el nivel de cutrería que se puede alcanzar en la confección de un cartel de negocio. Ni pensar en lo que hará el relojero con las máquinas que lleguen a sus manos.
Mientras las personas (mas bien personajes) que nos gobiernan siguen haciendo el estúpido y diciendo estupideces por doquier, queremos hacer gala del espíritu de nimiedades que ha caracterizado a esta casa desde sus principios. No quiere decir que no estemos preocupados por el entorno. Tampoco que queramos cerrar los ojos o que el calor nos aturda. Es simplemente un cambio de paso.
La fotografía de la derecha, tomada en Castellammare del Golfo, nos muestra el cariño que las autoridades de tráfico, en este caso sicilianas, ponen en dirigir adecuadamente al conductor. En este caso al menos hay señales, cosa que no se puede decir de la mayoría de las carreteras y calles de la isla citada que, además, cuando existen muestran un abandono digno de premio. Luego se quejarán de que la gente haga lo que le da la gana, cosa que en Sicilia es más que habitual, es norma. Si alguno de los abnegados visitantes de este blog viaja a la isla, que no se olvide de un GPS y una buena dosis de paciencia. La capacidad de asombro, caso de haberla perdido en la infancia, la recuperará en modo sopetón antes de finalizar el primer día. Palabra.
Un sistema de seguridad es tan débil como el más débil de sus eslabones. En este caso el paisano puso el candadito tan mono y tan fuerte con unas escarpias de chichinabo. Luego se lo abrieron y decidió que lo más rentable era dejarse de historias y solucionar el problema con unos cintillos, que total valen poco, son fuertes y resistentes. Semejante razonamiento se hizo en la calle don Sancho de Valladolid. El paisano ni se molestó en cortar los trozos restantes de las bridas, total…
El curioso altar de la fotografía está en una calle de Trapani (Sicilia), cerca del mar. Como se puede observar la tendencia a usar cualquier elemento encontrado en la basura (y en el sur de Italia hay muuuucha) o de cualquier objeto en lugar de tirarlo a la basura no es patrimonio de los escultores anónimos de España. Si yo fuera el dios al que ponen semejantes horteradas me enfadaba y les enviaba un castigo «ad hoc», aunque pensándolo bien el castigo igual es hacerles preocuparse de cosas como los horteras altares hechos de desechos.
El tiempo lo cura todo, o casi todo. Por ejemplo en Italia, la pobre Italia ahora atacada por los mercados, el tiempo no le ha curado de las chapuzas. Vean este «Visor Digital Turístico de Última Generación» atacado por el virus de la desidia. Está en Taormina (Sicilia), en un bello mirador y la foto ha sido tomada hace un par de meses.
En todas partes hay un espíritu de chapuza y abandono. Italia, una de las economías más potentes del mundo, no sólo no escapa a este modo de vida sino que es un referente de primera categoría. La foto está tomada en Lucca en 2001, a las puertas del museo arqueológico nacional. Bueno, pensándolo bien igual es que la propia esencia del museo les lleva a colocar piezas arqueológicas incluso en el exterior.
¡Precaución amigo lector! La chapuza nacional te puede estar esperando a la vuelta de la esquina.
En este caso, podemos ver una caja de empalmes de cables de fibra óptica de una importante empresa de telecomunicaciones de las llamadas «cableras», que tras unas obras de urbanización ha quedado en este estado: tirada en el suelo, con un cable por encima de una tapia y con el otro cable enterrado en el suelo directamente.
Ves esto por la calle y ¿no te entran ganas de meterle un tajo al cable?
PD: identificar a la empresa dueña de este enjendro engendro fue fácil, está escrito su nombre en la propia caja.