Los activistas animalistas charros llevan unos días de campaña, coincidiendo con la llegada y estancia en la ciudad del Circo Holiday. Le van arrancando de cuajo la información añadida a los carteles, como si no supiese ya todo el mundo dónde está el circo y las fechas que permacerá. Pero bueno, es su forma de incordiar a los circenses que, se dice, maltratan mucho a los animales para enseñarles las tonterías que hacen en escena. Se podría alegar que también se maltrata a los niños, como Chicharrín, para que aprendan esas bobadas con las que ganarse los bocadillos, las video-consolas y los teléfonos móviles. Puede que sean maltratadas esas criaturas, coño, pero no tanto como para llamarle animal al pobre Chicharrín que bastante tiene con lo suyo, vista la carita de alegría forzada que el pobre ha puesto para la foto.
