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A un panal de rica miel dos mil colchones acudieron

Al olorcillo de la crisis siempre salen negocios y negociantes dispuestos a hacer el agosto incluso en abril. Las digitalizaciones (anverso y reverso) que acompañan este comentario son de anuncios que en las ciudades de Valladolid y Salamanca han aparecido recientemente. La cosas es mosqueante de cojones y es más un ardid para captar clientes que una buena colección de ofertas. El que escribe este artículo acudió una tarde al lugar de Valladolid donde se concentraban los clientes como si de verdad se regalase algo. Tras esperar pacientemente a que abriesen (por error llegué antes) y darme de codazos contra los típicos jetas de cola (inocentes ancianas entre ellos) pedí el precio del artículo que me interesaba y comprobé que las ofertas son las que vienen en el papel, y el resto puede ser algo más barato, pero en esencia no meerce la pena salvo, claro, el FAVOR QUE LES HACES A LA POBRE GENTE, según reza bien clarito en los anuncios. Esto fue el 13-14-15 de abril. Luego pusieron de color azul en vez de el rojo, con la palabra «PRORROGADO» cruzando el anuncio.

Esta semana, cual setas en día de lluvia, florecen unos anuncios muy similares de diseño y contenido en Salamanca para los días 20-21-22. De color lila, esta vez, y con ofertas (algunas) también atractivas. A mi humilde parecer estos vendedores de colchones que ofrecen tan poca información adicional sobre la procedencia de los mismos (solo vaguedades acerca de que les deben dinero) y la insistencia en que tienen garantía me colocan una mosca en la parte trasero-lateral del pabellón auditivo externo (vulgo me mosquean). Igual me equivoco, pero me da que esto es nada más que una treta comercial que quiere sacar partido de la prisa. ¡Cuidado! Las prisas sólo son buenas para una cosa: cagarla.

Miseria llama a miseria

Ejemplo de la miseria humana que puebla a los pequeños comerciantes. Sí, esos que se quejan de que no venden y tienen que cerrar sus tienditas. Esta tarde, en Radio Valdeprado (Valladolid) adquirí un regalito tecnológico para mi sobrino. Me enseñaron el anverso desde lejos, me lo metieron en una bolsa y pagué religiosamente 35 del ala a tocateja. Cual no será mi sorpresa cuando lo saco de su bolsa y veo que los muy ladinos me han colocado en la bolsita un producto abierto por detrás y además con poco cuidado. Se trata de uno de esos plásticos termosellados.

Luego se quejarán de que nos vayamos a los mediamarquet, corteingleses, carrefures o similar. Allí no me hacen estas putadas, me harán otras, joder, pero estas no. Estaba pensando en adquirir otro adminículo electrónico de 120 güitis, pero les van a dar por saco a estos señores. Mañana me personaré allí para quejarme y, aunque me imagino lo que ocurrirá, informaré puntualmente de cual es el nivel de estupidez de estos señores. Hoy por hoy, de 0 a 10, está en 7 porque por encalomarme una cosa de 35 usada han perdido otros 120.

Seguiré informando. Buenas noches, felices sueños que pesadillas ya tenemos a raudales.

Actualización: Pues me equivoqué… Acudido al sitio y reclamado el producto, me lo han cambiado por otro sin desprecintar. Ni asomo de disculpa. El producto abierto ha pasado a la estantería reemplazando al último sin abrir. Vamos, que con una sonrisa y una disculpa (aunque fuese falsa) tendrían un cliente fiel, peeeeero, han perdido la oportunidad.

Amor, amor…

salamanca-la-ciudad-del-amorLa asociación de comerciantes intentando vender más (es que menos ya vendrá no sufran ustedes) se hace este maravilloso cartel en el que mezclan el corazón con la palabra inglesa en un burdo intento de que la cosa parezca menos cutre. Pues no, señores, es como si le ponen ustedes traje de faralaes a un burro: el burro sigue pareciendo un burro y el traje no luce, además de moletar al burro.
Ahora que lo pienso no sé porque estaré hablando de burros y trajes, de modo que vuelvo a lo mío. Salamanca es la ciudad del amor como Venecia la ciudad de los cafés o París la de las bicicletas o Berlín la de los cojines. Traducido, que si alguien se le ocurre decir que una ciudad es la-de-no-se-que no tiene porque serlo. Ejemplo sobran y no quiero andar en los buscadores para ilustrarlo. Eso sí, Salamanca, Valladolid, Madrid, Valencia o cualquier otra son las ciudades del amor AL LADRILLO, por eso andamos penando. Algún rato de estos ilustro con fotos esa pasión por el ladrillo que tanto abunda en la piel de toro.