Sin remedio. En esta perlita capturada en los aledaños del Teatro Calderón de Valladolid (Valla-dolor también llamado) confluyen varias de las más coreadas, vitoreadas y alabadas aficiones de esta tierra: religión y fútbol. El inventor del original engendro ha tenido, eso sí, la precaución de registrar sus «penitentes del fútbol» como «modelo de utilidad», aunando además una nueva tradición venida del otro lado del charco: registrar como propia cualquier ocurrencia y pretender usarla como báculo para la vejez propia y si puede ser de toda la caterva de descendientes hasta el bichozno.
En fín, así nos va como nos va y, lo que es peor, la cosa no tiene visos de cambiar en los próximos cinco o seis siglos (lo menos). Si volviese el tan traído y llevado Xto la emprendería a golpes con esta gentuza que pretende comerciar con estas cosas. Bueno, al menos eso dicen que hizo.
Me quiero imaginar que harán en otro países cuya afición es más al sexo que al fútbol…