Imagen captada hace unos días en el escaparate de Oysho, franquicia del magnate español de la moda. Uno de sus chicos/as, estos que estudian con furia en universidades privadas (de moral, sobre todo), que a codazos y golpe de billetera se hacen con un master en alguna universidad yanqui (a ser posible) y que van pisoteando compañeros sin conocer más amistad que la cuenta bancaria y el boato estúpido han parido la idea del otoño: ¡Maniquíes con cuernos! Joder, o me llaman cornudo si lo compro, o me llaman imbécil si no voy a la cornúpeta moda de las mentes calenturientas de esta gentuza. Lo peor es que encima irán de ecológicos porque son de madera. Bueno, también las eléctricas y las petroleras llevan logotipos verdes para esconder sus negras maneras y mareas (respectivamente). Lo que más me sorprende es que no le hayan puesto una puta nariz roja y ya vale para la temporada de navidad que empieza uno de estos días. Mañana igual veo algún papanatas colgando bolitas de colores o poniendo pretenciosas alfombras rojas. Pero bueno, eso es harina de otro costal. Les dejo con la saga de frenti-adornados.
Ah, mira, acabo de entenderlo: «Amás de cornudo, apaleado»