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Hablando de educación

Vean el panfletillo (ahora les llaman flyer) que encontré el otro día en Salamanca. Impresionante panda de bestias pulula entre las gentes de la calle. Y es que ha pasado por las manos del tío que ha puesto el negocio, del diseñador, del de la imprenta y seguro que por alguna más. Y nadie se ha dado cuenta de la burrada a tiempo. Aunque igual se dieron cuenta, como me contaron que ocurrió con unas bolsas de un panadero de un pueblo de Salamanca (omito el nombre) que tras recibir el encargo de 1000 bolsas de plástico, su hija le hizo notar que harina estaba puesto sin h. Total, por una letra -dijo el padre- no vamos a devolver las bolsas. Este caso no es menos grave, al fin y al cabo el tipo no se gana la vida con el pelo, pero sí con el oro y tampoco sabe escribir QUILATE, que es la palabra correcta.

Con B de Vestia, señor…

¡MCon B de vrutoenuda panda de acémilas hay en las calles! Incluso tras el PC, observen sino, la foto del cartel que he encontrado en las pucelanas paredes. Igual es un truco publicitario, porque luego en el texto de letra pequeña está bien escrito. Vamos que será el único documento en el que la letra pequeña nos dé una sorpresa agradable.
Por cierto, si este es el resultado de los últimos planes educativos, mejor volvemos a los viejos… Y eso que hasta les ponen una asignatura de informática (con guarrindous, claro) pero parece que este no ha aprendido a darle al botoncito con las letras abc que todo programa de diseño, oficina o correo-e que se precie incorpora. Y es que ya lo dice el adagio «quod natura non dat, Salmantica non praestat» que en román paladino viene a ser «de donde no hay no se puede sacar».

Lluvia dorada ¡en bolsas!

Lluvia_dorada Desde luego la inventiva publicitaria no tienen límite. Caso ejemplar es este sobre de plátano macho frito que se vende en Lidl y que anuncia, como quien no quiere la cosa, una lluvia dorada sobre el mundo. Jesús, que tolerancia la de esta sociedad-suciedad que vende las perversiones en bolsas asequibles a cualquier bolsillo. Bueno, quizá estoy siendo muy mal pensado y todo resulta en una mala interpretación, involuntaria, del texto que acompaña al producto. Veamos, busco en el oráculo del siglo XXI (sangoogle) a ver que dice: y, efectivamente se confirman mis temores puesto que todas las primeras entradas hablan de sexo. Vale, pensé que me estaba volviendo paranoico. Entonces la conclusión es clara y evidente: PQC (Pero qué coño) piensan los diseñadores cuando hacen su trabajo. O, siendo castellano (ergo pensando mal para acertar), ¿no será perfectamente voluntario el desliz?
En fin, buenas noches, que se me calienta la neurona y lo mismo peta como una batería en cortocircuito.