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¡Pero que triste!

Leo una noticia que me ha dejado muy triste.
Les hago el resumen y luego se la leen entera, si quieren y no les parece mal:

En Ejpaña: un profesor de instituto pretendía que todos los que cursaban su asignatura leyesen un libro: Breve historia del mundo, de Ernst H. Gombrich.
A los alumnos, esto no les pareció buena idea porque el libro en cuestión «era un tostón de 300 páginas».
Tal era la situación que los alumnos estaban dispuestos a convertir su negativa en un acto de objeción de conciencia. Y, claro, el asunto llegó a oídos de la dirección del centro académico… que tras consultar el asunto con el AMPA decidió no provocar un trauma en los mozalbetes (de 17 añazos) y forzó al profesor a condensar las 300 páginas del libro en un extracto de menos de 300 palabras.
Fin del resumen.

Es decir, se ha abierto paso, incluso entre algunos docentes, la idea de que “leer libros es una pérdida de tiempo”

Cada vez más alumnos de universidades de élite “han leído miles de tuits y cientos de artículos, pero ninguna novela completa”, afirmaba la periodista Rose Horowitz en ‘The Atlantic’

Y ahora sí, les enlazo el artículo completo publicado en el diario El País. Disfruten.

La educación ciudadana

Hice esta foto en una tienda de Conil de la frontera (Cádiz), creo recordar. Vista la educación de las gentes que turistean por la costa española (locales y visitantes, no vayan a creer que el pecado es sólo nacional) se vio la propiedad obligada a colocar semejante cartelito. Eso sí, lo mejor es la disculpa implícita en forma de explicación: «para no manchar las prendas».

Cosas de los recortes

¿Serán quizá consecuencias de los recortes en educación? Puede que no, sería demasiado pronto, sólo llevamos 6 años en esto de la crisis. Vean, en cualquier caso, que las maneras de protestar no tienen porqué ser aburridas, aunque a buen seguro hay gente que no las entiende.

Aún se puede ver en Salamanca, junto a «La Alamedilla» y junto a un futuro aparcamiento de la nueva burbuja de aparcaderos.

Hablando de educación

Vean el panfletillo (ahora les llaman flyer) que encontré el otro día en Salamanca. Impresionante panda de bestias pulula entre las gentes de la calle. Y es que ha pasado por las manos del tío que ha puesto el negocio, del diseñador, del de la imprenta y seguro que por alguna más. Y nadie se ha dado cuenta de la burrada a tiempo. Aunque igual se dieron cuenta, como me contaron que ocurrió con unas bolsas de un panadero de un pueblo de Salamanca (omito el nombre) que tras recibir el encargo de 1000 bolsas de plástico, su hija le hizo notar que harina estaba puesto sin h. Total, por una letra -dijo el padre- no vamos a devolver las bolsas. Este caso no es menos grave, al fin y al cabo el tipo no se gana la vida con el pelo, pero sí con el oro y tampoco sabe escribir QUILATE, que es la palabra correcta.

La calidad de la enseñanza

La penosa calidad de la enseñanza, incluso la cacareada enseñanza religiosa, va en declive. Hasta los propios docentes deberían volver a pasar por las aulas. Vean la muestra que fotografié el otro día en un colegio religioso de Salamanca. Es un cartel de 2×1 (metros) que había en el patio. Es evidente que el despiste, la falta de excelencia o las prisas hicieron obviar el segundo imperativo de la admonición. Y si así enseñan, ¡qué pedimos!

Por cierto, ¿no era esa de «sed buenos» la frase de ET?

Un reincidente

Actualización de 2025: esta entrada contiene enlaces muertos.

Vean las declaraciones del cónsul español (hasta hoy) en Boston (EEUU) que le han valido la destitución. La verdad es que se la merece, pero ya se la ganó hace tiempo, y si no lo creen, lean.

En fin, «toda la vida matando burros y la cuadra llena». Rectifico, que los burros son especie en extinción «toda la vida matando tontos y cada día hay más». Esto pasa y todavía no han llegado a los puestos de importancia la generación de los recortes en educación.

A prueba de bombas

El servicio que se ve en la foto es de una estación de servicio de carretera cerca de Abertura (Cáceres). Alguien debió comprar un lote de tazas a buen precio, pero todas eran horizontales. Sin problema, yo las convierto en verticales. Y hete aquí que el iluminado albañil-fontanero-alicatador-ingeniero (o todos ellos, quizá) llegan a la consecución del siguiente engendro digno de figurar en los anales del diseño extremeño y español (igual lo contratan los del IKEA). Disfruten, abnegados lectores del genial invento más ingenioso que la fregona, más útil que la navaja suiza, más extraño que sacacorchos para zurdos y más complicado que la cuadratura del círculo. Claro, que con las inversiones en I+D que se hacen en el país, con el nivel de los estudiantes, y con las ayudas de los políticos no se podía esperar otra cosa. ¿O sí?