Me informa la inspectriz de este blog que la entrada del relojero de Palermo ya la puse el 7 de septiembre de 2011. No somos nadie…
Archivo de la etiqueta: estupido
Más burros no pueden ser
Vivimos una época en que la estupidez generalizada de la población hace ya imposible una regresión del destrozo medio-ambiental. La educación brilla en las televisiones en los ojos de los pazguatos que por allí pululan y que demuestran su valía a voces, insultos y desprecios. Y la gente de la calle que ve esos espectáculos como modelos convierte la estulticia en infinitas formas a cada cual más vulgar e irrespetuosa.
Los imbéciles de la foto (me faltaron 3 segundos para pillarlos bien) estaban subiendo a un niño de dos o tres años al verraco milenario que adorna una plaza del Puente del Congosto (Salamanca). Ese verraco no debería estar ahí, eso está claro, pero tenemos ayuntamientos más preocupados de recalificar terrenos que de asegurar el futuro cultural, de modo que, bueno, el verraco está en el suelo, sujeto con cemento y sin protección, sin indicación de su valor ni nada que se le parezca. Vamos, que tampoco me extraña que el mamarracho medio español no lo distinga de un trozo de granito caído del cielo. Claro, suben al niño sin pensar que la repetida acción acabará con una piedra que debería estar en el museo provincial o local, pero que acabará como tanto patrimonio, en las fauces voraces de las excavadoras camino de algún vertedero, escombrera o como relleno de cimientos de algún adosado.
¡Me cago en los turistas, en los imbéciles y en los políticos deleznables que tenemos en este país!
Aspirantes a premio Darwin
Según la wikipedia:
«Un Premio Darwin es un premio irónico que toma su nombre del creador de la teoría de la evolución Charles Darwin. Se basa en el supuesto de que la humanidad mejora genéticamente cuando ciertas personas sufren accidentes, muertes o esterilizaciones por un error absurdo o un descuido. Se desechan los bulos, las leyendas urbanas o historias inventadas para recibir el premio, sólo se admiten historias que hayan ocurrido realmente.
Los Premios Darwin se conceden, generalmente de forma póstuma, al individuo o individuos que se elimina del acervo genético de la manera más espectacular. Sin embargo, hay una excepción respecto a la condición de que deben morirse para recibir el premio. Si un individuo no muere, pero queda incapaz de tener hijos tendría la posibilidad de recibir el «premio honorífico» mientras aún esté vivo.»
Tenemos el honor de presentar a un posible y no lejano premio Darwin. Se trata de un pescador, mejor dicho, de uno de los pescadores que habitualmente se colocan al borde del arrecife que existe cerca del cabo San Vicente (Portugal), concretamente en Ponta Sagres, cuya espeluznante altura deja boquiabierto al turista PERO que no arredra al lugareño. Con la esperanza de pillar algo bueno se colocan en inusitados lugares, como se puede apreciar en la foto. Para completar el cuadro piénsese en que los vientos que soplan en el lugar no ayudan precísamente a la estabilidad.
Vamos, que si el pollo no pilla un buen pescado puede que un golpe de viento le ayude a que un pescado le pille a él.
Vitamina M
El límite, aparte de un corto de Miguel A. Refoyo (Refo) es la frontera, el fin, el lugar al que se tiende. Y en cuestión de empaquetados estamos alcanzando el límite de la estupidez en cuestiones de empaquetado. Hace poco unos amigos me contaron que en una boda (qué boda, por cierto) les dieron el chupito de orujo en un paquetito monísimo parecido a los de azúcar, pero que de plástico y conteniendo en su interior el preciado orujo gallego. Yo por mi parte, en reciente visita a Andalucía, pude comprobar que el sabroso desayuno andaluz de pan con tomate y aceite viene servido ahora en muchos sitios en dosis de aceite envueltas en plástico. Si a eso se suma que ya hace tiempo los palillos vienen en su envase individual creo que podemos afirmar sin temor a equivocarnos que se está alcanzando el límite de lo envases estúpidos que terminará, como esto siga así, en envasar cada grano de sal, cada lenteja, cada alcaparra o aceituna en su envase individual de plástico hermético e higiénico. Tan hermético como nuestras mentes, tan higiénico como nuestras ideas.
Dicen que nuestro sistema inmunológico se desarrolla para evitar que los agentes ambientales normales no nos hagan daño, y que por ello no es necesario vivir en atmósferas hiper-limpias puesto que estamos protegidos. Parece también que necesitamos un poco de esa mierda que nos rodea para que la maquinaria se engrase, siga viva y activa. Por ello resulta innecesario llegar a los límites de protección que estamos viendo que, además, pueden resultar contraproducentes puesto que si desde la infancia no se desarrollan las defensas luego no lo hacen adecuadamente. Vamos, que mal que nos pese, se puede enfermar de vivir rodeado de mierda tanto como de vivir en burbujas asépticas. Traducido, que un poco de Vitamina M, no sólo no viene mal si no que es necesaria para la vida. Sin pensar en que el plástico, como substancia artificial, no está incluido dentro de la programación que nuestro sistema inmunológico tiene desarrollado. Bueno, igual con un poco de ingeniería genética, se arregla.
La pena que me dan las generaciones venideras, pobres, que piensan que la leche sale de tretrabrick y ahora también podrán pensar que el aceite sale de las aceitunas (de plástico), que monada, si hasta dan ganas de comérsela no sea que esté rellena de anchoa. La gilipollez llega al punto de que encima se malgasta material porque viene como el doble de la que se usa. Amigos lectores, ¡que sarta de despropósitos!