No me refiero al rey ni al emérito, no. Allá estas gentes con sus «trabajos» que pagamos religiosamente el resto de mortales no tocados por la gracia de los cielos. A ver, Acechor, céntrate que te vas por la tangente y aquí estamos para otros menesteres.
Vean qué bello cartel capté hace unos años en Pontevedra. Luego se quejarán de que los abnegados usuarios de las carreteras gallegas no se aclaren, pero ¿cómo nos vamos a aclarar con semejante jerigonza? Falta excelencia en el trabajo. Si esto era hace años no quiero ni pensar que cómo será ahora.
La excelencia en el trabajo no es, a menudo, algo que se aprecie y se persiga. Debo ser un rayado (también dicho frikie por el vulgo) que se encuentra estas cosas un día sí y otro también. Seguro que por las noches las hizo más rectas y luego hay que compensar en las mañanas. Total, para un campo de fútbol de un pueblo, tampoco importa mucho.
Ilustro el comentario con una foto hecha -creo- en Irlanda.
Esa bella palabra esconde tan sólo el deseo de los empresarios de ganar más a costa de reducir el precio de la mano de obra, haciendo más horas… Esto será válido para países cuyo motor sea la industria o la agricultura, porque para aquellos que viven del turismo (como el España, Italia, Grecia…) deben poner el acento en la excelencia en el lugar de la competitividad. Deben, debemos, ser más amables con los visitantes, tratarles mejor, señalizar los puntos de interés, limpiarlos, embellecerlos para hacerlos deseables, hacerlos atractivos, interesantes. La muestra que hoy inicio está tomada el año pasado en Sicilia. Empiezo, por ejemplo, por Eraclea Minoa, restos de una ciudad cretense, bello patrimonio. El lamentable estado en que se encuentran sus instalaciones queda patente tanto en la cartela informativa (ejem, es un decir) como en las señalizaciones de separación. El museo está en iguales o peores condiciones, pero la luz a la hora que lo visitamos no hacía posible la toma de fotos que, créanme, habrían hecho las delicias de los amantes de lo cutre que visitan estas páginas. Merece la pena, a pesar de todo, la visita.
Foto tomada en Béjar (Salamanca) hace pocas fechas. Se puede apreciar el mimo que se pone en el trabajo, el cuidado en las formas. En definitiva, fruta del país.