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Más hostelería

En la entrada anterior había una referencia a aquello de invertir una vez en el negocio hasta su extinción. Hay muchos ejemplo que de seguro los lectores de este blog podrán enviar, y les conmino a ello. Hoy estamos en Ibiza, creo que en Portinatx. Allí hay un cartel de un negocio existente que fue abandonado desde su creación hace como 40 años, tiene dibujos muy simpáticos de comiditas para los guiris.

La siguiente foto es de un cartel (más o menos de la misma época) con las indicaciones de la isla, sus discotecas, sus pueblos y la indicación «Ibiza by taxi». Salvo las pegatinas parece llevar allí desde antes de la muerte del dictador. Este cartel tiene pinta de haber sido puesto por los taxistas.

La tercera foto es el detalle de un mini-golf que allí se encuentra, al ladito del cartel de los taxis. Dicho negocio (se llevaba mucho antiguamente) muestra señales de haber sido repintado en varias ocasiones, pero nada más. Bueno, casi nada en realidad, porque las antiguas lámparas de hierro carcomidas por el salitre han sido sustituidas, oh maravilla, por otra de equivalente función, más duraderas y de poco coste. Se trata de ensaladeras y palanganas de plástico obtenidas, quizá, en algún negocio chino. Otra muestra más de esa inversión que algunos emprendedores de este país hacen en sus negocios. No son todos, está claro, pero muchos muchos muchos hay. Y se los seguiré trayendo.

Santo país (de la serie «Soluciones de bajo coste»)

Hay gentes (emprendores, empresarios, propietarios, negociantes…) que tienen la idea de que las empresas sólo necesitan inversión cuando se crean y que después todo consiste en ponerse a la caja a recoger pasta. Entre ellos hay muchos acechando en el sector hostelero, como este que les traigo hoy. Se encuentra (o encontraba hace un par de años) en Sagunto, localidad en la que recaí en busca tardía de comida y cama. En el lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, entre otras lindezas de la misma jaez, encontré este bello ejemplo: inversión única en los años 60 (vean la estructura de la cama) para abrir el negocio y a cobrar durante cincuenta años (vean el estado de los hierros). Como quiera que las quejas de los huéspedes por los chirridos del catre debieron superar el umbral de aguante, el solícito dueño lo solucionó con unas toallas viejas y un rollo de cinta americana. Impresionante ¿no? Luego se quejarán de que la gente les deje opiniones contrarias en internet.

Cero en ortografía

El lugar que se anuncia con ese cochambroso cocinero comete muy a menudo faltas de ortografía en sus anuncios. Suponemos que tienen mejor tino en el manejo de alimentos, en la confección de sus comidas o en el trato a su clientela, porque estas tres últimas son materias que pueden acarrearles serios problemas legales o empresariales. Señores, ¡menos TV y más libros!