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Negocios sin personal

¿Es posible tener un hotel sin personal, o casi? Si. Vean este ejemplo que encontramos en Madeira hace ya más de tres años. En la recepción se encuentra una lista de la gente que allá ha llegado o llegará, con indicación de la procedencia de su reserva. Luego se sube a la habitación asignada donde la puerta está abierta y se encuentra un papelito con la ¿factura? de la estancia y la indicación de que se dejé allí el dinero, se cierre la habitación y se deje la llave bajo el felpudo. Alucinante.

Les prometo que es la última de portugueses en un tiempo. Pero no me negarán que merecía la pena.

Nombres imaginativos

Ya me han informado de que me traiciona la memoria (bueno, las parejas también) y que el cartel de la entrada anterior no estaba en Menorca sino en Madeira. Y allá se encuentra también la «calle del frigorífico» que hoy ilustra este blog. Está claro que en Funchal sería muy importante la aparición del invento y que lo fue hasta para darle nombre a una calle. En Salamanca también tienen la «calle de la radio» y el «tunel de la televisión». Sin embargo me gusta más la «calle de la afilarmónica Nifu-Nifá» que encontré en Santa Cruz de Tenerife. Arranca sonrisas que se cotizan caras en estos tiempos.

Es también de reconocer que el uso de calles con estos nombres es mejor que andar dedicándoselas a santos, vírgenes, curas y generales, cuando no a dudosos pro-hombres de la patria, cantantes, futbolistas, tonadilleras, toreros o «Mariquelos».

Mundo absurdo

Inauguro una nueva serie de comentarios, esta vez «mundo absurdo».  Y quizá debería llamarse de otro modo porque casi todo lo que aparece en este blog son absurdeces, unas cogidas por ahí y otras pensadas por el Malvado Margarito y un servidor.

Pero vamos al meollo. Vean este indicador de restaurante que fotografié, si la memoria no me falla, en Menorca Madeira. Les juro por San Google que en la dirección en la que apunta el cartel lo único que hay es el mar, idiota, pero el mar. Bueno, al menos en ese momento no había restaurantes flotantes. Y si los hubiese habido no se podría haber llegado a ellos de forma sencilla (sí, ya sé que hay gente que se sube y baja por las paredes). En fin, uno más de los ejemplos del mundo absurdo en que vivimos. De esa «España es diferente» de que alguno tanto se ufana.

Apunte posterior: quizá apuntaba a algún barquito que no vemos por encontrarse de crucero en la mar océana entreteniendo jubilados o solteros.