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Me río del río

No se trio-agua-vivarata de un juego de palabras, no. Bueno, quizá sí. Y también de conceptos que se me mezclan en el cerebro reblandecido por el consumismo (no comunismo) que me rodea y que se empeñan en meterme hasta por el orto más a menudo de lo que puedo digerir. Esta vez el indigesto producto es el agua, si, agua, joder, agua. Agua de toda la vida, que en tiempos era gratis y limpia. Ahora viene en botellas y es cara, muy cara. Tan cara como la cara-dura de los tipos que, con tal de vender, se agarran a un clavo ardiendo. Si Santa Fon Bella levantase la cabeza seguro que corría rauda a comprar este espectacular producto de la desfachatez que caracteriza estos tiempos mercantilistas. Ya no les basta con vender ese agua milagrosa en botellitas en forma de virgen en cualquier Lourdes o Fátima, no. Ahora también pretender invadir nuestras mesas con la putrefacta mitología que impregna sus soeces mentes. Quieren que bebamos de este río de agua viva, viva, sí, como vivos son los que la venden, los que dan pábulo a los que la venden, los intermediarios, los embotelladores y los botarates publicistas que tienen estas ideas en sus servicios y no las dejan ahí.

Gracias, amiguita, por el enlace.

Publi-pan

El otro día no cabía en mi asombro cuando, al ir a comprar un pan, me lo dieron metidito en una bolsa de papel atascada de publicidad y otras basuras impresas. Resulta que no me van a dejar de meter el ruido del compra-compra ni cuando coja el inocente pan entre mis manos. Ya me mosqueé un día hace unos dos años cuando vi en un surtidos del Carre-ful de Valladolid una maldita pantalla que me iba informando de lo feliz que sería si compraba no sé que producto al compás del llenado de mi depósito y vaciado de mi bolsillo. No solía entrar en esa gasolinera pero juro por San Ubuntu que no vuelvo a pisarla así esté el depósito más seco que las cuentas bancarias del cabildo Valenciano. Al paso que vamos nos pondrán publicidad hasta en la mierda, para que cuando vayamos al servicio alguien pueda sacarnos la pasta también por el culo. ¡Qué asco de sociedad, joder, que nos está convirtiendo en monederos con patas! Menos mal que, por la ley de la compensación estaremos en el momento álgido (espero) de la subida del péndulo y luego tocará una época en que el ruido del los productos no invada nuestras vidas! Ansío que llegue ese momento tanto como que desaparezcan las guerras…

Por cierto, no pierdan la oportunidad de leer los anuncios de la bolsita, que se las traen, y por eso he fotografiado anverso y reverso.