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El dios del siglo XX

Si hay un personaje que levante pasiones entre el pueblo italiano (sobre todo en el sur) es el «peluso», o sea, Maradona. Es increíble la dedicación y energía que puede llegar a mover un tipo hecho famoso por darle patadas a un balón. A los que el fútbol nos importa tanto como que suban los impuestos en Venus, esto nos resulta chocante. Pero así es el mundo amiguetes.

Las fotos que acompañan este exabrupto suave fueron tomadas en Herculano, pueblecillo cercano a Nápoles, famoso por haber sido destruido por la erupción del Vesubio del año 79 de nuestra era. Se trata de dos paredes, la de las camisetas ocupa el edificio entero (dos o tres plantas) y la otra es un recorte de otra pared con la petición: Firma aquí y deja tu dedicatoria al dios».

La voz del pueblo molesto

La pintada es casi, en los tiempos que corren, la única versión casi libre. Siempre y cuando no haya cámaras, obviamente, algo cada vez más difícil. Tampoco es que sirva de mucho, quizá solo para aliviar el cabreo pensando en que estamos aportando. Quede aquí este ejemplo pillado esta misma mañana en la estación de tren Garibaldi de Nápoles: Netanyahu Herodes III 120000 muertos (bueno eso es lo que quiere decir, creo, porque la ortografía…). Así, en pequeño, en una pared y con un rotulador. Conmovedor, real y triste a partes iguales. ¿Habrá algún día un nuevo Nuremberg?

Pizzas imaginativas

Seguimos de viaje (virtual en este caso). Hoy por tierras napolitanas, donde hay variedades de pizza poco conocidas por estas tierras, como por ejemplo la pizza frita y la de la foto «pizza portafoglio» o -libre interpretación- pizza doblada. Al tratarse de pizzas de masa fina es posible doblarlas a la mitad y de nuevo a la mitad para conseguir cuatro hojas, además de un fácil transporte y consumo por las concurridas calles del centro napolitano.

¡Instrúyete!

En Nápoles, junto a la calle San Gregorio Armeno, más conocida como la calle de los belenes, concretamente en un callejoncillo, encontré este curioso cartel pegado en la pared. El mensaje es claro: Instrúyete para no terminar como yo, racista. Interesante que haya gentes que no estén interesadas en poner sus nombres, firmas o dibujines. Queda poco personal de este tipo, pero afortunadamente aún hay.

Pa lo que hemos quedao…

Hubo una época en la que poseer un libro era un tesoro. Había gente que los miraba con ahínco sin poder descifrar sus contenidos. Hoy, sin embargo, miren para lo que se usan en algunos casos como el de la foto: ¡para calzar una mesa!

Habrá quien piense que quizá el libro es tan malo o tendencioso que ese es su mejor o casi único destino. Casos hay, sin duda, algunos hasta -dicen- escritos por los dioses cuya función en ese lugar, como sustentación y nivelación, al menos sirven sin incordiar.

La foto fue tomada en Nápoles (Italia), por si la curiosidad les carcome el cerebrillo reblandecido por la ingesta masiva de series.