Archivo de la etiqueta: negocio

Dios y dios, cuatro y dios, seis

Tras la destrucción de los budas en Afganistán hace más de 20 años por «esos salvajes» talibanes que no quieren otro que su dios, podemos vanagloriarnos estos días de que otro autodenominado «pueblo de dios» ha deshecho hoy una mezquita del siglo XIII en Gaza. Hace unos días se cargaron también la única iglesia católica de Gaza, esta no era monumental, pero… ¿Son casualidades o es que el-único-dios-bueno-es-el-mío?

La conclusión, al final, viene siendo que cuando los dioses (creaciones humanas a medida) entran en juego, no hay dios que se salve, perdónese el pobre juego de palabras que más que patético roza lo macabro.

Si a ustedes esto no les parece una estupidez es porque el humo del genocidio (esta vez sin hornos) nos ofusca la vista del nuevo holocausto que, ojalá me equivoque, va a superar al del siglo pasado, perdón, a los del siglo pasado, que fueron varios.

En fin, se sigue matando periodistas no sea que el mundo se vaya a enterar de qué andan haciendo y tomen represalias. Difícil, porque si EEUU vendía petroléo a la alemania nazi, Europa (y no digamos los yanquis) seguirán vendiendo armas a estos nuevos adalides del holocausto. Joder, el negocio es el negocio.

Con razón dice el refrán «no ames a quien amó ni sirvas a quien sirvió», o lo que es lo mismo «teme más a quien más temió».

Gamberradas simpáticas

Las pintadas -ya saben de mi obsesión por el tema- son a veces reivindicativas, a veces simples expresiones del ego y otras muy simpáticas y decorativas. Sí, simpáticas y decorativas a pesar de ser gamberradas.

Es en Italia, concretamente en Florencia donde los artistas del rotulador y el espray (quizá tan solo uno) se dedicó a «interpretar» las señales de tráfico. Vean unos ejemplos.

Luego siempre viene el aprovechado emprendedor de turno que dice: aquí hay pasta. En Italia lo de la pasta, ya es sabido, es un culto. Y se monta un negocio con el inventito ajeno. Dudo mucho que se trate del mismo «artista» porque la policía le habría metido mano. Sea como fuere aquí va la formalización de la gamberrada convertida en máquina de hacer dinero. Y es que si hay algo que los italianos saben hacer bien -muy bien- es vender y venderse. Ya podíamos aprender un poco por estas tierras.

Ídolos y dioses

Hace ya siglos -milenios, quizá- que algunos descubrieron que la religión es un buen negocio. Uno de los mejores, sin ir más lejos, la Iglesia Católica que lleva dos milenios siendo -con diferencia- la multinacional más longeva, de mayor difusión y una de las más lucrativas. Es por estas razones que se siguen empezando negocios de este tipo (startups les llaman ahora). Las fotos que acompañan este comentario fueron tomadas en Portugal. En ellas se puede apreciar por una parte las humildes instalaciones (comparadas con El Palmar de Troya, claro) y el líder-ídolo del grupito en actitud triunfadora, intentando transmitir fuerza, cercanía y confianza.

Lo curioso es que el logotipo con la imagen del mundo y la cruz emergiendo de Portugal tiene un no-sé-qué que me hace pensar en los terraplanistas. Igual estoy alucinando, pero es lo que me pareció. También tiene su gracia el anuncio de la empresa MEO de telecomunicaciones, pero solo para los españoles, que en portugués no dice nada.

Ante todo seriedad

Seriedad y pagos. A ver si no, cómo va a funcionar bien un cementerio si no se paga el alquiler del terruño final. Y si para eso hay que recurrir a familiares, amigos o conocidos, pues se hace. Si no, pues seguirá el curso legal de estas cosas.

En la corchera también hay un aviso en el que se informa de que «si quieres que cante, la pasta por delante» como se suele decir. No solo para ocupar los terrenitos con nuevos inquilinos, no, también para sacar a los que «okupan».

Los humanos hacemos negocio de todo, y no es de ahora, que las exhumaciones arqueológicas ya denotan que la costumbre es más vieja que las sopas de ajo (sin pimentón, claro).

Fotos tomadas en 2016 en el cementerio de Luarca (Asturias)