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Sobre Palestina

Ayer me llamó la atención encontrar una sandía de punto (o ganchillo, no sé bien la diferencia) colgando en el escaparate de una librería de Salamanca. Es la de la foto. Además incluye un Qr como mandan los cánones de estos tiempos y una dirección web donde se explica el sentido de esta acción. Hay también enlace a un pdf con más información y sitios donde ampliarla o actualizarla.

Un intento algo más productivo que algunas lecturas de «Poesía por Palestina» a las que he acudido tras cuya indudable buena intención no subyace otra cosa que pasarse las manos por la espalda diciendo «qué razón tenemos», «cómo está el mundo», «hemos hecho lo que hemos podido» y todo queda en eso, es bellas vanas palabras, buenas intenciones y, hala, cada uno a su casita que por hoy la conciencia nos queda tranquila.

Ahí les va la foto del colgante, por si a alguien le interesa.

Drogas legales

Cuando nos acostumbramos a las drogas porque son legales vienen luego los malos tiempos en que las ilegalizan y nos convierten en delincuentes a todos. Eso está pasando hoy en Nepal, donde hay una revolución que ya hubieran querido en mayo del 68. Y todo porque les han quitado la droga favorita a los jóvenes: las redes sociales.

No nos engañemos, aquí pasaría lo mismo (o peor, me temo) si nos quitasen la misma droga a la que la franja de población enganchada va de los 10 a los 99. Y mejor no pensar en el caos que sería que nos quitasen el fútbol, el alcohol, el tabaco, los tatuajes o la semana santa. En ese mismo instante, al otro lado del mundo:

Foto tomada, si la memoria no me falla, en Valladolid en el año 2007, así que no, la cosa no es de ahora.

La estupidez de las estupideces

Esa ha sido, sin duda, el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre la población civil de un país ya vencido y a punto de claudicar. En la primera de ellas unos 220.000 muertos entre ambas. Según documentos que hoy están siendo desclasificados se sabe que el uso de las bombas no era necesario para la rendición de Japón y que fueron usadas para evitar que el ejército ruso se apuntase el tanto de la rendición en una operación que estaba programada (y se hizo) el 9 de agosto.

Fue un alarde de fuerza, un asesinato masivo cometido para dejar claro para el futuro quién era el que mandaba. Y así nos va.

No dejen de llorar por los inocentes muertos en esta fecha. Infórmense aquí.

Y no dejen de llorar también por los palestinos que sufren hoy el horror de un holocausto provocado por aquellos que lo sufrieron. Queda demostrado que el ser humano no tiene remedio. Lo vemos cada día, a pesar de que haya gente que aún tiene corazón y coraje para decir las cosas. ¡Bravo por Norman Finkelstein!