Ayer por la tarde, a eso de las ocho y media, recibo en mi casa una llamada de teléfono de unas hermanitas de la caridad, las de la congregación que se hace llamar Pazztel: sí, esas de aquella letanía… «que son 20 pegas, a ver si te enteras».
El caso es que esta llamada resultó ser muy curiosa por varios motivos, a saber
