En un hostal de Portugal, no me acuerdo de la ciudad donde estaba situado, tenían este cartel puesto en la ducha. Para evitar, se supone, que los usuarios de tal servicio se quejasen de que no había agua caliente. Es bastante evidente el significado, pero por si acaso: Agua caliente, espere hasta que llegue.
Puesto solamente en idioma de Camões lo que ya indica que el lugar es poco turístico.
Si tu calle está en cuesta pues te va ser un poco más complicado poner una silla y dos mesas de modo que resulten de cómodo uso. La solución que este garito (de Oporto, creo recordar) es bastante ingeniosa: cortar las patas a los muebles. Ventaja evidente para la colocación en el suelo, imposibilidad de cambiar las posiciones (que puede ser también una ventaja) y un enorme inconveniente a la hora de almacenarlos en el interior que, sospecho, no tendrá esa inclinación tan pronunciada.
Muestra de excelencia en el trabajo, esta vez en Portugal. No me acuerdo del lugar. Vean qué capacidad de arreglar de manera chapuza una avería sin apenas dejar rastro… Un lujazo que, desde luego, es de primero de «deserascanço» como llaman en los lusitanos a las ñapas de este tipo, pero las hechas más finamente.
En realidad este es el intento de triangulación que tantas vidas ha costado: la trinidad. Aquello de que dios es uno y trino. Esta es la forja de un edificio de Oporto que dice en latín esa historia que, entre otras, es parte del cisma protestante. Reza el texto (nunca mejor dicho) en grande: SOLO A DIOS HONOR Y GLORIA. En chico hacia el centro apuntan bandas que dicen ES, los vértices del triángulo son PADRE, HIJO Y ESPÍRITU, y los lados del dicho triángulo dicen NO ES. Todo esto en latín, claro, que venía siendo la manera de que las cosas parecieran más exóticas, tal y como hoy ocurre con los omnipresentes anglicismos. Esto no ha cambiado con el tiempo, como pueden apreciar los sufridos visitantes a este blog.
Hay que ver qué ingenio, vaya comeduras de tarro, vaya retruécanos, vaya recovecos… En fin, cosas de otros tiempos que, estas sí, afortunadamente empiezan a caer en declive. Por su propio peso.
Esta foto es de una tienda de Oporto en la que se venden exvotos ya listos para su «consumo». Así los fieles no tienen más que pagar y depositar. Recuerdo haber hecho una foto con exvotos de cera de diversas partes del cuerpo en Vila do Conde, también en Portugal y otra en Florencia. Los exvotos, a veces, piden favores a los espíritus y otras le agradecen los recibidos. Así que se pueden ver, en ocasiones, con forma de: mano, pié, pierna, cabeza, brazo, corazón, pulmón, hígado, ojo, lengua, etc. En el etc se puede poner la imaginación más lasciva y no andará lejos.
Es curioso (a pesar de que apenas es visible) el de la parte inferior izquierda que recuerda la venus de Willendorf, lo que demuestra que habrán pasado unos miles de años pero las creencias más arraigadas se resisten a desaparecer.
Uno de los problemas del cambio de moneda de -la-que-ud-tenía- al euro fue aquello del factor de conversión (siempre a favor, claro), pero también aquellas instituciones que no podían-debían hacían el cambio con exactitud a dos decimales. Luego, por aquello de -déjalo así que está bien- se han quedado a vivir entre nosotros (más de 20 años después) cosas como esta amenaza de multa de Oporto. A ver cuándo vamos cambiando de mente.
Y Ud. ¿todavía calcula el precio de las cosas (pisos, tierras, coches) en pesetas?
Lo lamentable y reseñable es que en el país vecino también tiene la gente la puta costumbre de tirar basuras y escombros en cualquier parte. O sea, la estupidez es consustancial al ser humano. O humana.
Siguiendo la estela de candaditos de «El malvado Margarito», aquí les presento una escena tomada en una de las entradas laterales del jardín botánico de Oporto. Curioso el cartelito que prohibe (ejem) la entrada al público en uno de los accesos laterales. Hay dos fotos para que se pueda apreciar la belleza de la decadencia que tanto atrae en el país vecino. Y luego, a continuación un detalle del «cierre» que -pretendidamente- impide la entrada. Para flipar.
Cartel portugués autoexplicativo. No es un insulto, no tiene tintes sexistas. Se trata de un municipio portugués cercano a la frontera salmantina. El indicador de la foto apunta hacia un dolmen visitable que está en el pueblo.
Por cierto, al parecer el nombre (Wikipedia dixit) procede de la derivación del nombre de un árbol de la zona.
Bello ejemplo tomado en Oporto que ilustra la frase anterior. Ignoramos si el cachondeo ha inspirado la obra que, sin lugar a dudas, tiene su gracia a pesar de (o quizá por) el deterioro. Sí, ese que ha caído sobre esa ciudad como una capa de nieve nocturna.