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Jetas hay en todos lados

Está claro que con tal de atraer un cliente cualquier estrategia es válida, y la del engaño, truco o triquiñuela es una de las más usadas. Como aquellas calculadoras CASINO, zapatillas DIDAS o tantos otros ejemplos de las imitaciones chinas. No son los únicos, no vayan a creer, que recurren a tales ardides. En la foto (hecha en Vila Nova de Gaia hace un par de semanas) se ve un imaginativo restaurador portugués que ha inventado la «paelha» de bacalao. Al menos ha tenido la decencia (o el desliz, nos queda la duda) de no poner la palabra española.

Una idea con muchos huevos (de la serie «Soluciones de bajo coste»)

Vean señoras y señores lectores la pieza de museo de los horrores que he encontrado este finde en Belmonte (Portugal), en el hotel Bel-Sol concretamente. Se trata de una de esas ideas peregrinas de alguna revistucha o algún programa de tv. O algo peor. Al grano.

Las lámparas de la habitación estaban decoradas del modo que ilustran las fotos. Si uno no se fija demasiado hasta pueden pasar por estampado feos. Sin embargo, al acercarse, El Acechor se dió cuenta de que están hechas con cáscaras de huevo pegadas a la pantalla y luego recubiertas (para mayor durabilidad de la magna obra) con barniz. ¿Se tratará de las cáscaras de huevo que usan en el restaurante? Sin duda alguna, creo. Y luego las cuentas: unas ochenta habitaciones a tres lámparas por habitación ¿cuántos huevos se necesitan de cada tipo (blancos, morenos, con pintas)? ¿y cuántas horas de trabajo habrá requerido la brillante idea? ¿habrá acabado el ejecutor hasta los huevos de lámparas y de huevos? Estas y otras preguntas quedan botando en mi cabeza inquieta…

Sencillez ante todo (de la serie «Señalética avanzada»)

Este rótulo que nos invita a mirar hacia arriba está en Penha Garcia un pueblo portugués cercano a la frontera española de Cáceres. Vean como con pocos recursos, algo de imaginación y sobre todo ausencia de vergüenza se consigue informar al turista visitante de los fósiles que las piedras contienen. Está hecho antes de la crisis, claro, y además no parece que la burbuja de modernidad y despilfarro pasase por allí. Afortunadamente.

Lusitanadas

Vean otra lusitanda (también de Lagos, creo): «santinho» espartano, que contrasta con muchacha coqueta (luce el famoso corazón de oro, joya portuguesa por antonomasia).

En fin, mucho cambiaron los tiempos. Afortunadamente ahora hay poco fraile por la calle, lo que se agradece bastante.

Señalización cruzada

En el Algarve portugués encontré esta curiosa mezcla de señales. Me llamó la atención en primer lugar el puti-club… que noooooo. Me hizo gracia la señal (salazarista) azul del señor tocado con niño de la mano y luego, cosas, me hizo más gracia ver el anuncio del puti encima. Aún se puede ver en San Google Streetview, en Largo dos Quareteis. Y luego, busca buscando, resulta que no fui el único que vio la curiosa mezcla, como indica este enlace. Eso sí, yo hice la foto un año antes, pero por cuestiones informatico-demoníacas, no la puse hasta hoy.

 

Bar «El sado» (de la serie «Nombres poco afortunados»)

Foto hecha en Portugal, razón por la cual he hecho una búsqueda del significado de la palabra en ese idioma (si la hubiere) pero no parece. Tampoco he puesto mucho ahínco, vaya, sólo he buscado en uno (bueno, eso sí). Nos queda por tanto la duda de si los propietarios lo pusieron por ser aficionados a la práctica de esa modalidad de pasión en la que usa el látigo (entre otras cosas) o bien, vista la jaez del tal negocio, alguna otra fue la motivación de los sádicos. Queda en cualquier caso a su disposición, queridos (y escasos) lectores, hacer ulteriores investigaciones.

Actualización: Me informa el Malvado Margarito que «Sado», a parte de la hoy ya extendida práctica sexual, es el nombre de un río portugués que nace en la sierra de Calderião y desemboca en Setúbal.

Viajar para ver y ver para creer

Encontré en Mirandela (Portugal), una zapatería que me llamó la atención por lo de «Se vende zapatos para pies diabéticos». Le hice una foto y luego indagé por ahí el asunto, desconfiado que es uno. Resulta que sí, que hay una cosa llamada pié diabético. No sé cómo serán esos zapatitos, sin embargo, haber necesidad háyla. Como dice uno que cito a menudo «el mundo es fractal».

Ideas peregrinas

Vean el paisano trasmontano de Mirandela (Portugal) que tuvo la maravillosa idea de poner una palmerita delante de la puerta. Esa que le iba a recordar las tierras fantásticas en las que hizo la platita para volver a la paupérrima patria, construirse una mansión estilo colonial con palmeritas y todo. Y la palmera creció, y creció, y creció… taponando la entrada, dejando la puerta prácticamente inútil. No sería mucho problema si hubiese más puertas en la propiedad… pero no las hay. Bueno, al que tuvo la idea le dará igual porque llevará mucho tiempo oliendo flores desde abajo, como dicen los polacos con su fino humor negro. Eso sí, el bisnieto, tataranieto o chozno seguro que se acuerdan de su antepasado a menudo.

Valle ¿maloliente? (de la serie «Nombres poco afortunados»)

Si el viajero que se desplazase por el luso vecion fuera en busca de estupideces con que llenar una página como esta, sin duda encontraría gracioso (como le paso al suscribiente) el nombre de la quinta (propiedad) que toma a su vez el nombre del valle: Meão. Si dicho viajero fuese español, como es el caso, haría una fotografía y comentaría que vaya ocurrencia tuvieron al ponerle el nombre al dicho valle. Porque llamarle valle Meao (o meón por similitud con avião-avión) sería adecuado si fuese un vallecillo estrechuco escondidos en el cual los transeúntes hiciesen sus necesidades mingitorias. No es el caso, puesto que el valle es anchísimo, abiertísimo, y los transeúntes habrían de ser innúmeros para hacer de él un valle más «meao» que otros. A la vista de la fotografía me remito, comparando las letras con las vides de atrás, las dichas letras deben tener como tres metros de altura.

Y si más tarde el dicho viajero se diese al vicio llamado curiosidad y buscase en un diccionario la tal palabra «meão» vería que es equivalente a «medio o mediano, ni grande ni chico» y entonces no tendría gracia la estupidez ni el comentario a la tal foto. Y es que la realidad puede chafar una buena estupidez, amiguetes.