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Hasta en la puta sopa

La manía del lenguaje inclusivo llega hasta límites insospechados. Vean el cartelito escrito en «fala» que encontré hace tiempo en San Martín de Trevejo. Uno/a empieza a estar hasta las trenzas de que se meta con calzador la idea de que cambiando el lenguaje va a cambiar la sociedad. No queriditos/as amigos/as, no. Es la sociedad la que crea la lengua y no al revés, cosa que hay gentes que no comprenden a pesar de ser de letras (dicen). Quizá porque faltaron a clase el día que explicaron la «falacia del modus ponens» que antes se daba en Filosofía cuando uno/a era joven/a (antes de decantarse por las ciencias, técnicas más bien). O a lo mejor es que con los nuevos planes de estudios estas partes absurdas del conocimiento humano ya no tengan cabida. Total, ¿para qué voy a andar estudiando cosas que la IA hace muy bien por mí? Recomiendo que busquen más información sobre este tema (farragoso quizá para las mentes tik-tok actuales) pero interesante ya desde hace milenios. Busquen por su cuenta porque la intención de este blog no es la didáctica a pesar de que a veces a uno/a le salga la vena de profesor/a, función que ejerció en ciertos momentos de su vida anterior.

Resumen: que bueno, que total qué más da lo que ponga mientras todo quede políticamente correcto: en la lengua de la zona, con los cánones del tiempo, así todos/as contentos/as.

La puerta traidora

En la secuencia de fotos de más abajo se puede observar la puerta de entrada al campanario de la iglesia de San Martín de Trevejo, en Cáceres. Pueblo bien bello que merece varias visitas, en las que además se puede escuchar una variedad lingüística curiosa (la fala). Pero no es de idiomas de lo que va este comentario, sino de la puerta citada. Probablemente la construcción de la arcada fue posterior a la de la torre, pero también se puede pensar al contrario, y que la causa del tamaño de la puerta era como elemento de control del tamaño del sacristán (o monaguillo, no estoy muy puesto en estos temas). Recuerdo haber leído que la entrada al refectorio de un convento esa estrecha a propósito para evitar que los frailes subiesen de peso o, en ese caso, obligarles a bajarlo.