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Un mes más tarde…

Hace ya un mes que se convocó una huelga general para intentar parar una reforma laboral. Muchos sospechábamos que aquello no era más que una pantomima de los sindicatos para salvar el culo y que no pareciese que todo esto tiene un guión, está pactado desde hace tiempo. Pues no sólo el gobierno no se ha sentado a negociar, sino que además ha seguido en su política de entreguismo y de intento de calmar a los mercados. Una de las imágenes que ilustran este comentario está tomada en el momento de cantar la internacional en el balcón de la plaza mayor de Salamanca que la alcaldía ha cedido amablemente, cómo no, a sus amiguetes y colaboradores de CCOO y UGT. La otra foto es la del sindicato que siempre va a la cola de las manisfestaciones con el recurso del pataleo pero, en el fondo, haciéndoles el juego a los otros dos, la CNT. ¿Cuándo se darán cuenta estos muchachos de que yendo a la zaga de los otros forman parte del juego? Lo gracioso del tema es que los cinco o seis agentes de policía (de uniforme) estabán allí controlándolos, como si no estuviesen bastante controlados ya los pobres…

Ya tiene fecha la huelga pactada con el gobierno

Señor presi (y secuaces): han conseguido ustedes el dudoso honor de tener la huelga general más temprana. No es poco el mérito.  Menos mal que, como buenos demócratas, han pactado ustedes con los sindicatos la pantomima de huelga en días que no les hagan daño a sus intereses. Los empresarios del país estarán orgullosos de sus marionetas. Luego se hará la pantomima de suavizar ligeramente alguna chorrada, como lo de los servicios sociales y todos contentos. Los sindicalistas de plástico con su obra de teatro bien interpretada, los empresarios con su pistola nueva, los obreros de derechas con sus ilusiones futuras y la «troika» frotándose las manos. Sólo una palabra expresa con precisión toda esta reprentación: ASCO.

Donma, lo has conseguido, te puedes acostar tranquilo.

Al César lo que es del César

Llamando a las cosas por su nombre. Esta imagen ilustra el verdadero significado social de los sindicatos en este país: tapaderas. Es así, no le demos más vueltas. Los currantes de esta obra lo han entendido con tal clarividencia, amigos lectores, que sobran interpretaciones, explicaciones y peroratas. Tapaderas de negocios, de burbujas, de trabajos míseros. Y esto, nos tememos, no ha hecho más que empezar. ¡Sindicalistas, a moverse, que ya toca!

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Olivos, acebuches y aceitunos: todos unos

Fotografía tomada en la plaza de Madrid en Valladolid (España) en la que se aprecia quien comparte el edificio, los otrora sindicatos rojos (hoy sólo en el color del logo) y los declarados empresarios azules (algunos hasta de sangre). Para que luego digan que la realidad no es un baño de realidad. Sólo hay que salir a la calle y mirar. Claro, HAY QUE SALIR A LA CALLE Y MIRAR, que no es lo mismo que mirar a la tele y callar. Todavía nos queda por aprender ejemplos como el de los griegos y los islandeses, pero tiempo al tiempo, que Esquilache vio multitudes enajenadas y eso puede cualquier día volver a pasar. Espero.
Por si alguien se pregunta quienes son los acebuches a que se refiere el título le diré que son eso los que HACEN BUCHE que en esta piel de toro maldita, los que más buche exhiben son los políticos.

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Una de huelgas

La comodidad ante todoHuelga decir que el entreguismo y acomodamiento de los sindicatos nos ha llevado hasta donde estamos: una convocatoria para cubrir expediente, para que parezca que los sindicatos no son la mano derecha de la patronal. Sobre el entreguismo no tengo documentación gráfica, pero la comodidad como parte importante de la vida sindical queda perfectamente ilustrada con la foto que tomé hace unos días en Badajoz. ¿A quién se le ocurre hacer abanicos para promocionar una huelga? En lugar de asambleas hacemos abanicos, no serán tan efectivas, pero al menos tienen utilidad pasada la fecha. En mi empresa ni han venido a informar en persona. Todo por correo-e, como corresponde a los tiempos que corren. Hay que decir que tampoco han repartido abanicos para los sofocos que nos esperan. Ni vaselina que va a hacer buena falta para aguantar los golpes de riñón que se avecinan (con aliento en la nuca incluido).