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De la serie nombres poco afortunados

Para quitar un poco de hierro a estas páginas que, en los últimos días no tienen más que cosas que maldita la gracia que hacen, les dejo con la tienda de artículos de bebé «El buen descanso» de Plasencia (Cáceres). No me negarán que como nombre de colchonería, motel, balneario, o incluso funeraria el nombre estaría bien. Bueno, al fin y al cabo los bebés van pasando por todos esos estadios a lo largo de su vida, y en general por ese mismo orden, de modo que el avispado comerciante sólo tendrá que ir cambiando el tipo de negocio sin gastos en la mudanza de nombre.

Otra de zapateros

No sé yo que tendrá el oficio de zapatero que tan mal visto está en este país. Vean el nombrecito que le han puesto a esta tienda de la calle Zamora de Salamanca: SHOESPIEL. La cosa tiene bemoles, porque la palabra zapato debe ser tan fea en castellano que todos estos mercachifles la ponen en inglés, que tampoco es que sea un paradigma de belleza. Sin embargo ha de quedar claro que son de piel y como la palabra piel en inglés (leather o cuero) no la conoce casi nadie pues no se atreven a ponerla. Vaya artistas que son los deparamentos de mercadeo y publicidad de las franquicias, porque el resultado es de lo más chocante, prepotente y provinciano, cosmopaleto (térmnino gusatodo y usado por uno que yo me sé). Tanto como la cosmopaleta vallisoletana que vimos hace pocos días.  O como este otro ejemplo de ingenio aplicado que veíamos poco.

shoespiel

Algunas veces, créanme, pienso que se me van a terminar las bobadas para poner en el blog, pero no, estimados y abnegados lectores. Dicen que dijo Einstein «Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera«.

Corny Carmina

Ser zapatero no ha sido nunca mal visto, siempre y cuando no fuera un apellido, claro, como el infame expresidente del gobierno. Pero claro, ser zapatero no mola. Y mucho menos en el sacrosanto tempo del pijería castellana llamado por algunos Valladolid y por otros Valladolor. Y así, cuando Carmina quiso poner su zapatería, decidió que mejor ponerlo en el idioma de moda en los años 80, el inglés, pasando a llamarse «CARMINA SHOEMAKER». Este tipo de comportamientos hace que a la gente se llame, en ese mismo idioma bien «corny» bien «tacky». Y al que le pique la curiosidad que busque en internet, que ahí está la respuesta.  Pues ella, con su «fantastic new shop» empezó a intentar vender zapatos hechos a mano y medida en su tienda de la calle Veinte de febrero. Cada vez que paso está «empty» y claro, «in the middle of the crises» con esos «prices» guapa, ni sueñes llenar.

Hoy día, además, esto de motejar en otro idioma está muy visto. Y encima el inglés ya no está de moda. Ahora es el chino, como todo «cani» que se precie, sabe. No hay más que verles con sus coches amarillos y sus tatuajes.

«Have a nice year, querida zapatera».

carmina-shoemaker

La ley de la compensación

ley-de-la-compensacionEl humano medio que pulula por las calles de este santo país (cada vez menos santo y menos país) es de una estulticia galopante amén de una dejadez pasmosa. En el escaparate que capté para ustedes con la cámara había dos faltas de ortografía garrafales. La una, ALOGENO sin hache, referida sin lugar a dudas a HALOGENO. Seguro que si el señor hubiese leído la referencia interna de la cajita no habría puesto esta salvajada. Pero la otra HAGUA así, como suena con H, es de imbéciles profundos, coño. Sin embargo se compensan como mi amigo Chus diría, por la Ley de la compensación.
Y ya que estamos, me acuerdo de una historia que me contó Carmen que tenía que ver con haches también. El panadero de su pueblo encargó digamos (por poner un número) 10.000 bolsas de plástico para sus productos. Cuando llegó el pedido, su hija, se dio cuenta de que las bestias pardas de la fábrica de bolsas habían puesto entre los ingredientes ARINA. Se lo dice al flamante titular del negocio, osease, su padre, para que las devolviese dada la hiriente falta. El padre mira la bolsa, mira a su hija y dice: total, no las vas a devolver sólo por una letra. Real como la vida misma, iluminador cual foco ALOGENO y prístino como el HAGUA.

Buenas noches.