Vean la espantajada que encontré en Cuenca hace casi tres años. En la izquierda una pretendida obra de arte que, puede ser, alguien pueda explicar con datos, detalles y otros ardides. Bueno, si soporta el paso del tiempo y no es confundida con chatarra, cosa que no sería de extrañar. A la derecha una torre como contrapunto definitorio de lo que dista entre concepciones artísticas y arquitectónicas.
Dentro de unos días vuelvo a Cuenca, de modo que prometo pasar por la placita en cuestión y ver si al menos ahora que (según Donma) la crisis ha acabado, al menos han quitado las vallas y vestigios de una obra inacabada que rodeaba el conjunto.

Actualización: una vez han terminado el destrozo de la plaza y convertido el espacio en una mole de cemento plano, la torre Mangana que vista de cerca queda como más abajo pueden ver, queda con el espantajo de hierros y aceros como, también más abajo, pueden observar. Impresionante manera de convertir un espacio digno en un homenaje al mal gusto, a la megalomanía y a la ordinariez.

