O casi. El caso es que tanto en Irlanda como en Portugal (y España, Italia, Polonia…) tienen una cierta fijación (por no llamarlo obsesión) con la virgen de Fátima. Si uno no se sorprende demasiado caminando por ciudades de estos países del sur y encontrar altares con santos y virgencillas (lo de Nápoles es para nota…) sí que puede hacerlo al pasear por zonas irlandesas y encontrarse con semejantes instalaches. Vean estos dos ejemplos tomados de Dublín, por ilustrar el caso.

