Una de paranoias

Es cierto que estamos controlados digitalmente. Lo sabemos ahora que Snowden y otros valientes han arriesgado sus vidas para contarnos la desfachatez de los estados a la hora de mantener a sus ciudadanos en el redil. Y más en días como el de hoy, en que un atentado sirve de justificación a cualquier acto de atropello a las libertades en nombre de la «seguridad». Hasta aquí la parte seria del comentario. O la que no es fácil tomar por el pito de un sereno.

Bajo estas premisas, archiconocidas y ya casi en el olvido, un vecino de Valladolid, concretamente de la calle Industrias, ha estado unos días desplegando unos panfletos hechos a mano, por los parabrisas de algunos coches de la zona. De casualidad me topé con un par de ellos (cada panfleto tenía dos papeles). Lo que es oír campanadas y no saber dónde. Manda güevos, y lo que es peor, no informarse. El caso es que el paisano tiene un batiburrillo mental tipo salpicón, en el que se mezclan sin ton ni son una serie de datos que el piensa reales. La lectura no tiene desperdicio, de verdad, gasten unos minutos de su tiempo en leerlos.