Viki eres osteópata

Hace años apareció en las calles salmantinas una pegatina que se esparció por la ciudad, el mensaje que tenía era: «Viki eres muy fea». Me suena haber publicado una entradita con el asunto, pero no la he encontrado, así que puede que mi memoria o la de la web estén fallando. También me suena haber leído en algún otro blog los improperios que alguien lanzaba contra la pintada que era interpretada como «machista». Todo esto sin saber si Viki era de un sexo, del otro o de ambos. El caso es que el otro día me encontré esta versión nueva que, sin embargo, no estaba en una pegatina sino en una pintada en un garaje de la calle Fernando de la Peña. Aquí se la dejo sin más comentario porque creo que esta noche no he bebido lo bastante como para comprenderla.

Más de lo mismo

Ayer tarde caminando por el barrio Garrido de Salamanca me encontré con otro de estos luminosos cuyos propietarios se pirran por el inglés. Este es de una carnicería de un tal -parece- Lobo. Con esto bastaba, joder. Pero no, le añadió «Premium butcher shop» como si la carne que vende (que no dudamos de que sea de primera categoría) mejorase por ponerle el cartelito en inglés. Uno de estos días me iré con alguien que le hable en inglés a ver cómo responde.

La verdad que en Garrido si lo hubiese puesto en árabe tendría algún sentido, pero se conoce que cuando le pregunten ¿estudias o trabajas? contestará muy ufano y orgulloso «soy butcher». Y lo es, por doble partida: de las piezas animales a la venta y del despiece del idioma.

A cascoporro

Gilipollas a cascoporro. El título de la entrada de hoy no puede ser más castizo para compensar esa moda, costumbre o manía que nos ha entrado en este puto país de poner los nombres en inglés. Por mucho inglés que se use un peluquero será un peluquero, un bar será un bar, un panadero un panadero y un carnicero un carnicero. Así, sin boberías ni pretensiones. Hará un par de meses paseando por el barrio de Salamanca (del Marqués), concretamente en la calle Castelló, hice esta serie de fotos que ilustran la capacidad de concentración de mimetismo que hay en esa ciudad. No habrá ni cincuenta metros entre la primera y la última. Vean, vean..

Curiosamente se salva la última, la más exótica, la japonesa que pone el nombre en castellano. Paradojas del «naming». Igual ahora que el dólar empieza su descenso al averno se deciden a cambiar los carteles y ponerlos en chino o en árabe, que es donde hay pasta de la buena.

Negocio, estupidez y banalización de lo navideño

Paseando por la calle me encuentro ya, y es por desgracia inevitable, toda la parafernalia navideña. Y ayer me llamó la atención este cartel de una agencia de viajes («low cost» diríamos hoy) anunciando sus ofertas para estas tan señaladas fechas.

Y sorprende especialmente la variada oferta de «viajes de los iluminados», es decir: viajemos a algunas ciudades para ver sus luces navideñas.
Y así, la oferta incluye Bilbao iluminado por 33€, Madrid iluminado por 26€, Donosti iluminado, Vigo iluminado por 138€, Santander iluminado…
Y de regalo, incluso también podemos ir a visitar un madrileño centro comercial, «Xanadu» ¡UN CENTRO COMERCIAL!

El meteorito o los alienígenas ya están tardando, que sobrados méritos estamos acumulando, los humanos me refiero.

¡Vaya artistas!

Este es el «arte» contemporáneo. Si nos han convencido del chundachunda, de la comida basura, de la ropa rota y de tantas otras cosas (que el control por cámaras es seguridad, por ejemplo) no podía escaparse el mundo del arte. Hala, disfruten desde la comodidad de su aparato preferido (móvil, tablet u ordenador) de esta maravilla encontrada en Almeida (Portugal) sin necesidad de moverse al lugar, aunque la verdad que tanto el pueblo como la gente y la gastronomía merecen la pena.