De la serie «esculturas campestres»

suicidio-tullidoBueno, esta más bien corresponde a una instalación. La foto está tomada en la orilla del Tormes, en Salamanca, en 1994. «El suicidio del tullido» se podría denominar. Nadie podía pensar en aquellos tiempos que la crisis iba a dejar a muchas personas sin cobrar unas subvenciones necesarias (limosnas estatales, al fin y al cabo) mientras que se siguen regalando miles de millones de euros a la iglesia por adocenar ciudadanos y al ejércitos por masacrarlo en otros países. Mucho, mucho, tiene que cambiar este puto mundo en el que algunos iluminados clasistas y belicistas dicen que «ser de izquierdas es una pérdida de tiempo».