No importa si es feo, resulta desagradable y hasta cutre, siempre que cumpla su función. Ese es el modo de pensar de mucho «manitas». Ilustra el comentario una foto tomada -creo recordar- en una cafetería lisboeta cercana a la estación de Santa Justa. No es seguro, hace ya años que la hice y la memoria es débil.
¿Debería incluirse este caso en el famoso «desenrascanço» del que tanto se enorgullecen los vecinos portugueses? De momento la dejaremos en la serie «Soluciones de bajo coste».
Buscar los tres pies al gato suele ser la tarea de las agencias de publicidad, hasta poder encontrar el botoncito que dispara la necesidad de comprar que, al parecer, nos ha contagiado a todos de manera desaforada.
Pues bien, alguien en Portugal encontró hace tiempo un sistema curioso. Anunciar de modo peculiar -véase la foto- que su negocio no tiene estrella Michelin alguna. Añade, con mucha cautela, que el cartel es meramente informativo. Para evitar querellas, quiero suponer.
Origina, original, no es. Recuerdo haber visto hace años la reproducción de un cartel de una campaña de inicios del siglo pasado (años 20 o así) donde en letras grandes se leía algo como «La Chelito ingresa en la Ursulinas». El anuncio mezclaba letras grandes en las que el mensaje era el ya citado, y en letra pequeña había más texto. La lectura correcta no era desde luego que la famosa cupletista cubana ingresase en un convento, pero atraía la atención, que era la intención. Como en el anuncio del restaurante del que, infelizmente, no recuerdo ni el nombre ni el lugar de ubicación.
Y no, no me acuerdo del lugar donde hice la foto. La calle Colón de un lugar cuyo escudo es una torre de castillo. Igual hasta algún paseante virtual anda con ganas y tiempo y nos desvela el misterio misterioso.
Y una tautología es una tautología, ya lo sé. Van dos. Me desparramo por momentos, ruego al abnegado público perdone estos deslizes.
El vicio, decía, se manifiesta en todas las facetas de la vida. El gnomon de este reloj de sol que hay en Frankfurt aM está rematado por una bolita pintada como balón. Dado que se trata de un reloj de sol ¿debemos inferir que solo mide los reglamentarios tiempos de «el deporte rey»?
Estas fotos (y el pan) llevan dando vueltas conmigo por varias partes desde 2017, donde fue recogido en Portugal, concretamente en Odivelas, del buzón de la otrora pareja Rocío y Jesús (y otrora hostmaster de algunas de nuestras páginas web). Se empeñó Rocío en que pasara (el panecillo y demás) a formar parte de esta página. He tardado en cumplir la promesa, pero al final aquí va.
La parte delantera promete algo jugoso y atractivo, como debe ser en una buena publicidad. Pero veamos la vuelta, a ver si ocurre como con las publicidades de hamburguesas y demás.
Pues sí, nada de una apetitosa barra de pan candeal, se parece más a un colín, pero como no lo he probado (sigue en su bolsa) pues seguimos con la duda. Como se puede apreciar hay texto, lo que parecen unas instrucciones, foto siguiente levantando la bolsita.
Como presumo que los sufridos lectores de esta página no tienen por qué saber portugués y conocer sus normas ortográficas menos aún, me he permitido teclear el contenido haciendo las pertinentes correcciones.
Conserve este pão em forma de Cruz em na sua casa e siga as instruções abaixo. INATRUÇOES INSTRUÇÕES 1º Não como coma este pão 2º Coloque atrás da porta da sua casa 3º Conserve ele atraira tirará todo mal da sua casa 4º Não deixe ninguém mexer neste pão 5º Domingo dia 26 de Março. março Leve este pão, para o Centro de ajuda as às 9:30hs da manha manhã. Escreva abaixo as suas aflições:
Digo yo que si será tanto pedir que el diseñador le pase el diccionario, que alguien lea las cosas antes de enviar a imprenta, que el impresor se moleste en hacer lo propio… Especialmente grave es el número 3, donde dice que conservar el pan «atrajo» en lugar de «alejará» como sería deseable, esperamos. Remata diciendo que se lleve el pan al centro de ayuda que, curiosamente, está en la avenida Nuestra Señora Reina de los apóstoles.
La puntilla final es hacer que el ingenuo y consternado parroquiano escriba sus aflicciones. ¡Cómo no, por todas las diosas! Lo importante es sonsacar información, que la información es poder (y si no, miren a San Guguel).
Estas-fechas-tan-señaladas que se acercan siempre me hacen lanzar llamas por las fauces. Si alguien se siente ofendido pues siempre puede visitar el templo de San Guguel donde con seguridad encontrará textos de su gusto y afinidad. Por mi parte el día menos pensado le meto el diente a ver qué tal se ha conservado.
La excelencia en el trabajo no es, a menudo, algo que se aprecie y se persiga. Debo ser un rayado (también dicho frikie por el vulgo) que se encuentra estas cosas un día sí y otro también. Seguro que por las noches las hizo más rectas y luego hay que compensar en las mañanas. Total, para un campo de fútbol de un pueblo, tampoco importa mucho.
Ilustro el comentario con una foto hecha -creo- en Irlanda.
Me llaman «Matizator» algunos de los perversos seres con los que me relaciono en esas redes sociales que llamamos bares. Hay quien me gana, no crean que es fácil, pero se puede. Vean la foto tomada del escaparate de una zapatería portuguesa de «quem-sabe-onde» porque no tengo la costumbre de activar el geolocalizador. Avisa el sagaz comerciante que la venta de botas es por pares quizá para no tener que andar poniendo que el cartelito de precio de cada modelo es por la parejita y no por una sola pieza. Eso sí, el IVA no está incluido.
De un puesto en el rastrillo italiano tomé esta foto en la que anuncian a tamaño descomunal que venden imitaciones de Pandora. De mentir no se les podrá acusar, desde luego.
Esa difícil tarea, dar nombres a las cosas. En algún momento se utilizó el anglicismo «naming» que indudablemente resulta mucho más atractivo que el palurdo «nombrar». Puestos a buscar nombres que sean a la par atractivos, definitorios y originales, las gentes se buscan soluciones de lo más curioso y hasta divertido.
La foto que ilustra el comentario fue tomada en Salamanca en la plaza de Carmelitas hace ya un tiempito largo. Tanto que el negocio no debía funcionar y cerró. El nombrecito «Pan caliente da praça» querría recordarnos el buen pan que se come en Portugal (de ahí lo de «da praça», de la plaza) pero sin caer el poner lo de «pan caliente» el portu, que se dice «Pão quente», término que la mayoría de charros no entenderían. Así que nace así el grifo, sirena, górgona o centauro del «naming».
¡ De tanto intentar ser originales acabamos haciendo unas chorradas!